miércoles, 12 de noviembre de 2008
El Escarabajo andrógino
Cuentan que Bram Stoker y su colega Richard B. Heldmann apostaron, como hicieran antaño Byron, Shelley y Mary, a quién escribiría la historia más terrorífica. Richard se pulió la suya en unas cuantas semanas. Stoker tardó aún unos cuantos años en terminar Drácula. La de Richard (publicada con el pseudónimo Marsh) sería una de las obras más Increíblemente Extrañas del fin de siglo, conociendo un éxito fulgurante pero eclipsado, ante la posteridad, por el Conde inmortal de su amigo. Un selecto club de fans ha mantenido viva, empero, la llama del Escarabajo y ahora entenderéis por qué.
Paul Lessingham viaja en su juventud, como tantos otros niños bien del Imperio británico, por Egipto. En las calles del Cairo oye una voz embriagadora proveniente de un café. Dentro hay una fascinante hurí que, como era de esperar, droga al joven pardillo y (algo ya más inquietante) lo lleva a un templo subterráneo consagrado a la diosa Isis, utilizándole (how very shocking!) como juguete sexual durante unos meses, entre “orgías de horrores indecibles” que incluyen sacrificios humanos, preferentemente de virginales inglesitas que se han visto sometidas a “más variedades vejaciones que las que las mentes de los demonios podrían concebir”…!!
Durante uno de esos sacrificios el drogado Lessingham consigue desatarse y estrangular a la sanguinaria sacerdotisa… Lo cual no resulta ser una buena idea, ya que se transforma, ante sus propios ojos, en un enorme escarabajo, “creación delirante de alguna loca pesadilla”… Y es que los Hijos de Isis pueden transformarse en escarabajos al morir…
Veinte años más tarde (cómo no), Paul se volverá a encontrar con su antigua dominatrix, en el preciso momento en que este se va a casar con la respetable Marjorie Lindon (algo similar ocurre, en cierto modo, en la obra de Stoker). El escarabajo (¿O deberíamos decir “la escarabaja”? Aquí la neutralidad del inglés nos aventaja) aparece en Inglaterra, hipnotizando, ni corto ni perezoso, a un pobre indigente, Thomas Holt, en una escena totalmente decadentista que nada tiene que envidiar a los mordiscos del Conde y sus esclavas…
Transformando la posesión fálica en una pesadilla freudiana (por desgracia desconocemos qué opinó Sigmund de este perverso best-seller), el Escarabajo trepa por las piernas del homeless hasta llegar a sus labios y… en ese momento se transforma en un extraño andrógino, “horrendamente repulsivo” que le obliga a desnudarse, mirándole con “sonrisa de sátiro” y palpándole las carnes como “si hubiera sido alguna res lista para la plancha del carnicero”…
Como el Renfield de Drácula, Holt se verá impelido a servir a su Amo/Ama en sus maquiavélicas disposiciones, algunas de ellas ridículamente victorianas (como el robo de las cartas de Paul a su prometida!). Tras varios incidentes a cada cual más delirante, el Escarabajo rapta a la virginal Marjorie, con la clara intención de llevársela a sus indescriptibles orgías egipcias… Sigue una persecución, hasta que, de modo un tanto simplón, el tren que lleva al engendro y su víctima se descarrila, matando al primero y dejando ilesa a la segunda, que puede finalmente casarse con su galán. Se nos refiere, por último, que el templo de los Hijos de Isis fue encontrado y destruído por las autoridades…
Destacando en la ingente masa de producciones fantásticas victorianas y finiseculares, El Escarabajo combina grandes temas decadentes como el orientalismo, la mujer fatal, la metamorfosis, la androginia, la hipnosis y las sociedades secretas dotándoles de una energía que ya prefigura los delirios de la era dorada del Pulp y de los “seriales” cinematográficos tales como el Retorno de Chandú. Lástima que ninguno de los estudios se atreviera con ella pero así nos queda a nosotros el placer de imaginarla entre decorados estrafalarios de cine mudo y absurdas persecuciones ralentizadas por nuestras cámaras mentales…
Marsh prosiguió con su exitosa carrera como escritor de best-sellers, hoy ya totalmente olvidados. La exquisitamente gótica editorial Valancourt ha resucitado dos curiosos opúsculos, The Joss, A Reversion, y Curios, Some Strange Adventures of Two Bachelors. The Joss narra la enrevesada historia de una joven empleada, Mary Blyth, que recibe en herencia de un misterioso tío lejano una mansión poseída por el torturado espíritu de éste, también codiciada por tres grotescos homicidas, ignorantes del horrible secreto que alberga. Más Extraña (e inquietantemente afín a nuestro actual proyecto) resulta Curios, colección de historias narradas por los bizarros Mr. Pugh y Mr. Tress, coleccionistas rivales de “curiosidades” rayanas en lo macabro y terrorífico. Mientras Pugh, supersticioso, cree que toda antigualla que cae en sus manos está encantada, Tress, cínico y desencantado no se arredra ante nada –inclusive el asesinato- para añadir una nueva pieza a su colección. Juntos evocarán una pipa envenenada que toma vida al ser fumada, una mano cortada del siglo XIV con desagradable propensión al asesinato y un fonógrafo en el que una mujer asesinada habla desde su tumba…
Felices sueños.
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2 comentarios:
tío, eres un monstruo increiblemente extraño. Me encanta tu blog aunque este año tenga menos tiempo para entrar. Un abrazo. ¿Y ese 21?
Desconocía por completo a este señor Marsh, de tan retorcido sentido de los fantástico... Si algún día Valdemar se animase a publicarlo por estos pagos.... esa mezcla de sexo enfermizo y miedo victoriano parece, contado por usted, francamente irresistible... qué aromas de perversión!
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