jueves, 4 de junio de 2009

El Mayor Espejo del Mundo



Uno de los tratados más Increíblemente Extraños de la bizarrísima producción enciclopédica del Medievo es sin duda el Speculum Maius (o Gran Espejo) del dominico Vicente de Beauvais.

Inspirándose en nuestro querido Isidoro de Sevilla y nutriéndose de las novedades científicas de los árabes, Vicente montó un bicho enorme que trataba de dar cuenta a los fratres communes de la totalidad de los saberes permitidos por el studium de su Orden (sin permitirse, cómo no, caer en el pecado de la vana curiosidad o libido sciendi como decían entonces los tratadistas)

Nutriéndose de cientos de fuentes (entre las cuales los “sospechosos habituales” de la época, Alberto Magno y su Aristóteles redescubierto, Plinio, Hipócrates, Avicena, Avicebrón, Isaac Israeli, etc) dividió su Speculum en tres espejos (ya que “es espejo todo aquello que es digno de contemplación”…), el Naturale, el Doctrinale y el Historiale que fue el que mayor éxito cosechó (más de 200 manuscritos subsisten hoy en día de aquel best-seller dominico –me pregunto si esa categoría existe en alguna biblioteca del mundo…). Algún listo, aprovechándose del renombre de la obra, añadió un cuarto Espejo, Morale, que es en realidad un refrito de Aquino y compañía.

El más freaky de los tres es sin duda el Espejo de la Naturaleza, constituido por 32 mamotretos y nada más ni nada menos que 3708 capítulos. Se trataba de compilar todos los conocimientos “naturales” disponibles hasta la fecha en las fuentes griegas, latinas, hebreas y arábigas. Pero en realidad se trataba de una elucubración bastante sorprendente (y, podemos añadir, monstruosa) sobre el Génesis.

Así el primer libro nos habla de la Trinidad en su relación con la creación, antes de proseguir discurriendo sobre los atributos, poderes y distintos órdenes de los ángeles, entrando en minucias como sus métodos de comunicación (sus pensamientos y su lenguaje, afirma el letrado, difieren en sus respectivos procesos… como muestra a continuación (Hala, a sacar los diccionarios de latín, que no tengo versión castellana del tratado…):

“Angelorum autem locutio spiritualis qua eius sibi invicem ostendunt affectus suos et intellectus de hiis rebus quarum cognitio non erat in eis a principio duplex est. Una secundum naturam suam in qua communicant boni et mali angeli scilicet cogitatio directa per voluntatem ostendendi alteri ipsi cogitatum vel intentum. Non enim in angelo loqui est cogitare tantum vel intelligere, sed cogitatum vel intentum quadam luminositate irradiante alii voluntarie exprimere. Et quod uni exprimitur, non semper ab aliis intelligitur nisi ille velit qui loquitur. Alia vero per gratiam scilicet secundum virtutem speculi sive motoris supremi, in qua communicant angeli boni tantum et anime sanctorum. Unicuique enim innotescit intellectus vel voluntas alterius secundum speculi representationem, et ipsius motoris supremi voluntatem qui ostendit cui vult, quantum vult. Non enim omnes angeli omnia vident in speculo, sed hec plena revelatio reservatur plenitudini glorie, qua consummabitur eorum premium in futuro. Ad animam quoque loquitur angelus bona suadendo sine medio corporali cooperante, vel impediente quadam virtute occulta intentionem suam ei imprimendo sicut magnes attrahit ferrum, etiamsi interponatur argentum, et etiam ymagines imprimendo incitantes ad bonum sicut dyabolus ad malum. Est autem tertia locutio qua utuntur angeli deum laudando scilicet secundum intellectum et secundum affectum, quia intellectus comprehendit secundum modum suum et miratur bonitatem dei, et affectus consentit et adheret et conformat se ei. Unde hiis laudare deum est bonitatem dei cognitam protestari, et cognitio quidem pertinet ad intellectum, protestatio vero ad affectum. »

El segundo libro trata del mundo creado, la luz, el color, los cuatro elementos, Lucifer y sus ángeles caídos y lo que ocurrió el primer día de la Creación…

Los libros tres y cuatro tratan de los cielos y del tiempo, medido por el movimiento de los cuerpos celestes, hablando también de los vientos, la lluvia o el rayo…

Luego la obra trata del mar y la tierra firme, los ríos y la agricultura, los metales, las piedras preciosas, las plantas, las hierbas, los árboles y las frutas. Cada especie viene con su utilización medicinal posible.

En el capítulo 7 del libro seis Vicente se pregunta qué pasaría si una piedra cayera por una agujera y fuera hasta el centro de la tierra. La respuesta es que se quedaría allí, como atraída magnéticamente.

El libro quince trata de astronomía, presentando la luna, las estrellas, el sol, los planetas y el zodiaco mientras los dos siguientes tratan de los peces, presentados en orden alfabético y según sus virtudes medicinales.

Luego se nos habla de los animales salvajes y domésticos, refiriéndonos extrañezas como la del “pescado sierra”, (xvii, ch. 127) engendro alado que “nada escondido bajo los barcos, rompiendo a través de sus calas para que, al entrar el agua, ahogue a su tripulación y él pueda deleitarse con sus carnes” (traducción libre, claro). Los últimos libros hablan de la psicología (¡) y fisiología del ser humano, ápex y pináculo de la Creación, desde sus órganos y sentidos hasta su razón y su memoria, pasando por los fenómenos oníricos y otras intrigantes lindezas.

En el Speculum doctrinale (17 libros con 2354 capítulos), se nos hablan de las artes y ciencias gracias a las cuales el hombre consigue parcialmente retomar los bienes perdidos con la Caída original. El historiale (31 libros, 3793 capítulos) narra la historia de la humanidad desde la creación hasta 1254, anticipando un poco sobre la inminencia del Juicio Final…

Vicente escribió también unos tratados para el rey Luis IX, uno sobre la educación de los hijos de los nobles De eruditione filiorum nobilium (1247-50) y otro sobre la conducta del príncipe ideal De morali principis institutione (1260-62). Allí se nos explica, por ejemplo, la utilidad de tener monarcas…

“Dada la precariedad de este siglo, la monarquía —a pesar de tener sus inicios en el mal— se debe mantener para que los que obran mal sean corregidos por castigos, mientras que los que obran bien sean premiados y recompensados, según se dice en Romanos XIII, [3]: "Los gobernantes no están para amedrentar a los que obran bien, [sino a los que obran mal]"; y I Pedro II, [13-14]: "Sed sumisos a toda autoridad humana por amor al Señor: al emperador como soberano, a los gobernadores como delegados suyos para castigar a los que obran mal y premiar a los que obran bien." En el mismo sentido, comenta San Gregorio en su Regula pastoralis: "La naturaleza engendró iguales a todos los hombres, pero la culpa los fue diferenciando según el distinto grado de sus pecados. Ahora bien, el juicio divino halló una compensación a la diversidad surgida de la culpa, esto es, que los hombres sean regidos por hombres, puesto que no pueden vivir en condiciones igualitarias. Por tanto, los gobernantes no deben interpretar su poder como una forma de superioridad, sino de igualdad y, en vez de alardear de su primacía, se deben mostrar útiles a sus súbditos…"