miércoles, 30 de abril de 2008

Peter Plogojowitz


He aquí el célebre informe de Frombald, fuente de gran regocijo para todos los vampirólogos y torturados góticos del planeta:

"Después que un sujeto llamado Peter Plogojowitz muriera diez semanas atrás –vivía en el pueblo de Kisilova, en el distrito Rahm [de Serbia]- y fuera enterrado según la costumbre Raetzin, fue revelado que en ese mismo pueblo, en menos de una semana, nueve personas, tanto jóvenes como viejas, murieron también, tras sufrir una enfermedad que duró veinticuatro horas. Las víctimas dijeron públicamente, en su lecho de muerte, que el mencionado Peter Plogojowitz, muerto hacía diez semanas, los había visitado en sus sueños, se había acostado sobre ellos hasta que tuvieron que rendir el alma. Los habitantes del pueblo se inquietaron, especialmente tras saber que la viuda de Peter Plogojowitz había abandonado Kisilova tras decir que su marido la había visitado para pedirle sus opanki o zapatos [!!].

“Y como existen varios signos visibles para reconocer a esa gente (a la que llaman vampiros)–el cuerpo incorrupto con la piel, el pelo, la barba y las uñas aún creciendo- los habitantes decidieron unánimemente abrir la tumba de Peter Plogojowitz y ver si los signos mencionados se hallaban en él. A este fin vinieron a verme y, explicándome lo acaecido, nos pidieron a mí y al pope local, que estuviéramos presentes durante la exhumación.

Y pese a que yo al principio me opusiera, explicándoles que nuestra laudable Administración debería ser primero debida y humildemente informada, y que su siempre ponderada opinión debiera ser oída, no quisieron avenirse a ello y respondieron que yo podía hacer lo que quisiera pero si no les daba el acuerdo para la exhumación y el reconocimiento legal del cadáver según sus costumbres, abandonarían la casa y el pueblo ya que, en el tiempo que llegara una respuesta de Belgrado el pueblo entero podría ya haber sido destruido por el espíritu maligno –lo cual ya había ocurrido, supuestamente, una vez bajo la ocupación turco. No querían esperar a que esto ocurriera.

Como no podía retenerlos con buenas palabras o amenazas, fui al pueblo de Kisilova, acompañado por el pope de Gradisk, y vi el cuerpo de Peter Plogojowitz, que acababa de ser exhumado, encontrando, tras un detallado análisis, que no se distinguía el más mínimo olor característico de los cadáveres y el cuerpo, excepto la nariz, se había caído de algún modo, completamente fresco.

El pelo y la barba –incluso las uñas, tras la caída de las viejas- habían crecido; la vieja piel, que era algo blanquecina, había pelado y una nueva había emergido bajo ésta. La cara, las manos, los pies y el cuerpo en su conjunto eran constituidos de tal modo que no podrían haber sido más completos en vida.

No sin cierta sorpresa vi alguna sangre fresca en su boca la cual, según la tradición, había bebido de la gente a la que había matado.

En resumen, todos los indicios concordaban con los que, como ya dijimos, se atribuyen a dicha gente [los vampiros, por si no queda claro].

Después de que el pope y yo hubiéramos visto este espectáculo, mientras la cólera popular iba en aumento, unos sujetos afilaron, con gran prisa, una estaca con la intención de atravesar el cadáver y la plantaron en su corazón, del cual, al ser atravesado, no sólo salió mucha sangre, completamente fresca (que salía también de sus orejas y boca) sino otros signos violentos que omito por respeto y decencia [¿Una erección vampírica? ¿Un aflojamiento de intestinos?... En ambos casos se trata de dos originalidades que la tradición literaria y cinematográfica silenciaría hasta, por lo menos, Nekronomantik].

Finalmente, según la tradición, quemaron el cuerpo hasta reducirlo a cenizas, de lo cual informo a la muy laudable Administración y al mismo tiempo requiero, obediente y humildemente, que si alguna infracción fue cometida en este caso debe de ser atribuida al populacho, enajenado por el miedo”

"- Provisor Imperial Frombald, Distrito de Gradisk"[1]

El relato Increíblemente Extraño del Kameralprovisor Frombald, uno de los primeros testimonios sobre las creencias vampíricas de los Balcanes, fue publicado por el Wienerisches Diarium y luego ampliamente traducido, extendiendo, como si de un No-muerto se tratara, la epidemia…

En su De masticatione mortuorum in tumulis Michaël Ranft opta por una explicación materialista: muy posiblemente las víctimas ulteriores habían entrado en contacto con el cadáver, el cual les habría inoculado algún tipo de enfermedad o simplemente un delirio frenético causado por las supersticiones locales:

“La muerte súbita”, escribe, “provoca inquietud en el círculo familiar. La inquietud viene acompañada de tristeza. La tristeza trae melancolía. La melancolía engendra noches insomnes y sueños atormentados. Dichos sueños debilitan el cuerpo y el espíritu hasta que sobreviene la enfermedad y, eventualmente, la muerte”.

Et voilà.

La verdad es que aquellos materialistas ilustrados resultaban a veces tan Extraños como los propios teólogos que combatían…

Irónicamente, fue el texto racionalista de Ranft, tan prolijo en anécdotas de Come-mortajas, el que iba a lanzar la moda vampírica europea que, cien años después, culminaría en el cuentecito de Polidori y el éxito literario del mito.

Le seguirían la Dissertatio de Cadaueribus Sanguisugis, de, of John Christian Stock (1732) y el De uampyris Seruiensibus de Zopfius y Van Dalen (nombres deliciosamente psicotrónicos dignos de dos buenos Caza-vampiros), de 1733, culminando con la celebérrima Suma del Abate Dom Augustin Calmet, Dissertations sur les Apparitions des Anges, des Démons et des Esprits et sur les revenants et vampires de Hongrie, de Bohême, de Moravie, et de Silésie, Paris, 1740, de la cual ya os hablaremos en su día…

Tangencialmente, el miedo a ser enterrado vivo y convertise en un Come-mortaja fue tan grande que se llegaron a construir Increíblemente Extrañas Leichenhaus –casas de muertos–. La primera, diseñada por el médico Cristoph Wilhelm Hufeland se construyó en la Weimar de Goethe, en 1792, con el nombre de Vitae Dubiae Asylum o “Asilo para la vida dudosa”.

Los cadáveres eran albergados en un entorno cálido a la espera de que surgieran inequívocos signos de putrefacción o bien se “despertara” el fiambre.
Perfeccionando el sistema, se ataron unos hilos, en la Casa berlinesa, a los dedos de los internos, conectados a una gigantesca campana central para que esta se activara caso de producirse algún movimiento reflejo…

Si queréis saber más (y descubrir cual era el misterioso armonio de la Leichenhaus de Munich…) podéis ir al curioso artículo de la revista Enigmas

Como os podéis imaginar, aún hay gente hoy en día buscando la tumba del pobre Plogojovitz (o Blagojević) y ésta no tardará sin duda en aparecer, visitable por un módico precio…

Por cierto, citemos el corto ibérico de 2005 que retoma, castellanizado, el simpático título del tratado de Ranft… y deseémosles suerte:

http://www.elmasticar.com


[1] Los germanoparlantes pueden remitirse al original en Copia eines Schreibens aus dem Gradisker District in Ungarn.

La masticación de los muertos


Visto vuestro entusiasmo por la Extrañísima Masticación de los muertos en su tumba (1725-8), ahí va una pequeña aclaración.

El tema de los enterrados vivos remonta a la Antigüedad clásica, como muestra nuestro queridísimo Plinio (en cierto modo pagano santo patrón de esta página), citando casos como el del cónsul Acilio Aviola o el pretor Lucio Lamia, “revividos” en el último instante, antes de pasar a la pira…

Fiándose en la ausencia de latidos en el corazón para su diagnóstico, la medicina antigua (y no digamos la medieval) ignoraba muchos casos complejos como el traumatismo craneal, la epilepsia o la hipotermia que podían resultar (y resultaron) en la angustiosa e irónica (ya que nada triunfal) “resurrección” de miles de falsos fiambres que no tardaron en serlo verdaderos, lentamente asfixiados en sus féretros.

El debate (y el subsiguiente pánico) surgió en plena “crisis de la conciencia europea”, a finales del siglo XVII, a raíz del Extraño De miraculis mortuorum de Christian Friedrich Garmann (1670), un tratado de 12.000 páginas sobre los milagros de los muertos con cadáveres móviles, rientes (!), agigantados (!!), parturientes (!!!) y sobre todo… ¡¡¡hambrientos!!!

Sí, una gusa tremebunda, ultraterrena hacía que los supuestos cadáveres se comieran sus propias extremidades o que arrancaran sus mortajas a dentelladas…

En las fronteras de la Teología y la Medicina Increíblemente Extrañas se filtraba así el mito popular del Vampiro, nutriéndose (valga la ironía) de tradiciones ancestrales (tal vez neolíticas) de miedo al retorno de los muertos (cabreados, no se sabe muy bien por qué, con los vivos… tal vez envidia cochina).

Cantidad de estudiosos del momento se volcaron sobre el tema. Mientras los teólogos insistían en una interpretación diabólica de los casos de “reanimación” vampírica, los médicos ilustrados trataban, siguiendo las pautas de Galeno, explicar racionalmente las “masticaciones”.

Se publican Libros Increíblemente Extraños relativos a esta cuestión, tales como la "Dissertatio Historico-Philosophica" De Masticatione Mortuorum de Philip Rohr, pronunciada en Leipzig el 16 de agosto de 1679 o la De absolutione mortuorum excommunicatorum de Heineccius (1709). En el campo ilustrado contraataca el médico francés Jean-Jacques Bruhier con su ponderada Disertación sobre la fiabilidad de los signos de muerte (1720), explicando que los supuestos muertos vivientes eran pobres diablos que, al despertar de su letargo comatoso, se automutilaban en pleno ataque de pánico al descubrir su verdadera situación. De ahí los mordiscos (entre otras cosas) a las mortajas.

El pánico cunde en los pueblachos perdidos de Europa Central. Auténticas epidemias de vampirismo recorren los valles más recónditos. Los muertos reviven…

En 1725, en Kisilova, Hungría, los paisanos exigen la exhumación y ejecución de un tal Peter Plogojowitz, un vecino muerto hacía pocos días al que acusan de haberse convertido en… vampiro…

Un oscuro filósofo alemán, Michaël Ranft, decide investigar…

Basándose en la tradición de tratados sobre la « masticación de los muertos », Ranft cita varios casos espeluznantes de Schmatzenden Todten o Come-mortajas: una mujer de Bohemia fue desenterrada en 1355 tras haber devorado gran parte de su mortaja. En el siglo XVI otra exhumación mostró una pareja (!) que parecía haber devorado sus propias entrañas (caso extremo de necrofilia mutua que hubiera encantado a Dalí y sus amigos Surrealistas)…

En Moravia un cuerpo pareció haber devorado no sólo su propia mortaja sino la de una mujer enterrada a pocos metros…

Para más inri, estos Come-mortajas emiten, al parecer, escalofriantes chillidos… de cerdo!!

Tras esta galería de casos de gastronomía póstuma, Ranft pasa a analizar el Informe oficial de la administración austriaca relativa al caso de Peter Plogojowitz…


Continuará.

lunes, 28 de abril de 2008

L.I.E

Abril,

"el mes más cruel" según T. S. Eliot en su pasablemente Extraño Waste Land

toca a su fin...


Qué mejor ocasión para votar por el

Libro Más Increíblemente Extraño del Mes!!!


Simplemente añadid vuestro favorito a

Comentarios

y veremos cual se ha llevado la palma...

Saludos Extraños

viernes, 25 de abril de 2008

Títulos Raros


Hemos sabido, en esta magnífica jungla internáutica que nos cobija y rodea, que existe un singular premio, el Bookseller Diagram Prize que bajo su anodino nombre alberga una deliciosa idea, la de otorgarse al “Título Más Raro del Año”.

Entre sus antiguos ganadores figuran títulos como:

“Gente que no sabe que está Muerta”

“Ponga su casa a prueba de bombas”

“El Gran Libro de Historias Lésbicas de Caballos” (!)

“Viviendo con Nalgas Locas”.

La lista de candidatos de este año va liderada por “Mujeres Montañesas Tatuadas y Cajas de Cucharas de Daghestan”, seguida por

“Los Carritos de la Compra Perdidos del Nor-este Americano: Una Guía para su Identificación”

“Qué verdes eran los Nazis”

y el controvertido

”Mejor No haber Nacido: el Dolor de Venir a la Existencia”

Se quedaron fuera, entre otros,

“Dibujando y Pintando a los No-Muertos” o

“Azulejos de lo inesperado: un estudio de seis millas de azulejos del metropolitano londinense”

y, lamentablemente:

“Fui torturado por la Reina del Amor Pigmea” (nuestro predilecto, claro homenaje a la Edad de Oro de los Men’s Adventure Magazines)

El voto era abierto pero por desgracia acaba de finalizar…

Si queréis saber cual fue el ganador, id a

http://www.thebookseller.com/news/37373-stray-carts-scoops-the-prize.html

Años pasados reconocieron obras imperecederas como:

“Cómo cagar en los bosques: Una aproximación ambiental a un Arte Perdido”…

En lo que a nosotros concierne, seguimos prefiriendo títulos más señeros como:

De masticatione mortuorum in tumulis (1725), o sea “Acerca de la masticación de los muertos en su tumba” del misterioso Michaël Ranft (tal vez, en su concisión, el mejor título de la Historia).

En el extremo opuesto, logorreico, tenemos la obra del “frenético” Cuisin

Las Sombras Sangrientas, galería fúnebre de prodigios, acontecimientos maravillosos, apariciones nocturnas, sueños espantosos, delitos misteriosos, fenómenos terribles, sucesos históricos, cadáveres mutilados, cabezas ensangrentadas y animadas, venganzas atroces y combinaciones de crímenes, etc. Buscados en fuentes reales. Selección apta a causar fuertes emociones de terror,

Que será “adaptada” al español por uno de nuestros Románticos Increíblemente Extraños, Agustín Pérez Zaragoza:

Galería fúnebre de Espectros y Sombras Ensangrentadas, Obra nueva de prodigios, acontecimientos maravillosos, apariciones nocturnas, sueños espantosos, delitos misteriosos, fenómenos terribles, crímenes históricos y fabulosos, cadáveres ambulantes, cabezas ensangrentadas, venganzas atroces y casos sorprendentes

O, entre los « heteróclitos »

Cataratas de la imaginación, diluvio de la escribomanía, vómito literario, hemorragia enciclopédica, Monstruo de Monstruos por Epiménides el Inspirado (en realidad el iluminado Jean-Marie Chassaignon, 1779)

Dios y su homónimo de Adolphe Saisset (al parecer en realidad Adán era una mandarino chino y el Dios con el que hablaba no era sino un Emperador del Sol Poniente)

O, con similar temática

La vida de Jesús en el vientre de su madre de Luigi Novarini (1642)

Y, más preciso,

La hora de las mareas en el mar Rojo comparado con la hora en que pasaron los Hebreos, anónimo de 1755

Similar, en lo acuático, a

La influencia de las colas de los peces en las ondulaciones del mar, de Ernest Ryer,

Y, siguiendo con los “científicos”, proyectos como El Arte de Suprimir toda Multiplicación de una tal Famenne

O este Medio de impedir a la caballería cargar sobre la infantería de Jacobs-Monet,

Y, ya en el terreno del puro Pulp…

Imposible decidirse, hay demasiadas joyas titulísticas, desde, al más puro azar:

No me poseas (Possess me not)

O Señora, no se muera en mi felpudo (Lady, Don’t Die on My Doorstep)

a Encuéntrame en fuego (Find me in FIRE)

o Chica encuentra cuerpo (Girl meets Body)

Y un increíble etcétera del que hablaremos, más en extenso, en otro momento…

Sin contar, claro está, todos los títulos ficticios inventados por nuestros Increíblemente Extraños Escritores a lo largo de la Historia, caso que merece entrada aparte, ¿no os parece?

jueves, 24 de abril de 2008

Zingha


En la serie de Libros Increíblemente Extraños de nuestro querido siglo de las Luces (y sus correspondientes Sombras), tratamos ahora de una extraña y olvidada novela “histórica”, Zingha, reina de Angola de Jean-Louis Castilhon (1769).


Primera novela europea centrada íntegramente en la historia de África negra, Zingha levantó cierta polémica, siguiendo la historia de Ana Nzingha, reina de Ndongo (1581-1663) que había luchado contra los colonos portugueses (sus antiguos aliados) por el control del próspero tráfico de esclavos, disparado con el ciclo azucarero brasileño.


Al frente de los Mbundu, Nzingha entendió que, para prosperar, su reino tenía que situarse como intermediario de dicho tráfico y no como suministrador (¡!). Así logró un acuerdo con los portugueses, triunfando así sobre sus enemigos de tribus rivales africanas (las cuales se depredaban despiadadamente en busca de “materia prima” humana que no fuera la propia…). La reina llevó dicha “colaboración” hasta hacerse bautizar por la Iglesia católica, siempre ávida de salvar almas.

Como siempre, el taimado Hombre Blanco terminó haciéndole el lío a su aliado “salvaje”. Ana y los suyos se vieron obligados a huir, fundando un nuevo estado en Matamba, fuera del alcance portugués. Mostrando nuevamente su inteligencia, la reina ofreció acogida a todos los esclavos fugitivos en un original quilombo enfocado hacia la resistencia armada.

Encontró nuevos aliados en los holandeses, que estaban dispuestos a borrar a los lusos de Luanda pero, tras un ataque fallido de ambas fuerzas, Nzinga se retiró de nuevo a Matamba, convirtiéndola en un próspero Estado comercial.

A partir de estos hechos cuanto menos “exóticos” (la palabra ya hacía furor en los salones de la Europa ilustrada), Castilhon logra construir un extraño arquetipo prometido a un bello futuro: la femme fatale salvaje, capaz de asesinar a sus amantes y comerse (literalmente) a sus oponentes.

“Monstruoso ensamblaje de todos los vicios y todas las virtudes”, sublime y cruel, Zingha anuncia la Julieta del Marqués de Sade, quien brindará homenaje a Castilhon en su delirante reino psico-sexual de Butua, dentro de su Extrañísimo novelón Aline y Valcour.

Tremebundas orgías a golpe de látigo y cazuela (en el sentido canibalístico, se entiende), violaciones en serie de mujeres embarazadas, prostitución forzada, bebés machacados en morteros artesanales… La crueldad es, para Zingha y su vieja confidente, Run-Lan, un sustituto de la sexualidad.

Baste como ejemplo la siguiente escena, escogida al azar:

“Era Zingha, la propia Zingha, desnuda, los ojos brillantes con el fuego de la cólera, un puñal en la mano, abalanzándose en medio de los cautivos, golpeándolos, inmolándolos, masacrándolos, abriendo el torso del último que acaba de degollar, arrancándole el corazón, devorándolo y avanzando, formidable como el relámpago hacia los cuatrocientos contrincantes: "¿Cual de vosotros osará disputarme la dignidad suprema, que la propia Tem-Ba-Dumba vino a confiarme? Que lo demuestra, que se acerque, que venga y me siga en las tinieblas de la tumba de nuestra legisladora y pronto me veréis salir victoriosa, empapada en su sangre y arrastrando tras de mí sus miembros desgarrados"...

La violencia aberrante de Castilhon contrasta con la producción “exótica” de su época, seguida tímidamente por algunos heterodoxos como Lesuire, quien en su L’aventurier français presenta una República femenina que reduce a los hombres a la más abyecta esclavitud, transformándolos en juguetes y ridículas monturas (según una antigua iconografía que remonta a una leyenda medieval relativa a Aristóteles).

Demasiado poco para Zingha, diréis.

Y tenéis razón.

Rindamos aquí homenaje a la fuente viva de todas las lúbricas y sádicas Amazonas de los Pulps y los Men’s Adventure Magazines (ahora magnificamente homenajeados por la editorial Taschen) revividas, años más tarde, en las infra-humanas películas de caníbales italianos...


p. s. Hay copia facsímile bajable en francés en:
Zingha


miércoles, 23 de abril de 2008

Golo


Habíamos prometido “Gorilas en celo” en nuestro primer mensaje de Bienvenida y algun@s de vosotr@s os habéis inquietado por mi tardanza en satisfacer vuestra enfermiza curiosidad.

Pues bien, evoquemos, dentro de la extensa serie de simios lúbricos literarios (prácticamente un subgénero, como en la gran pantalla) con una desconocidísima joya del Decadentismo, llamada simple y llanamente La Novela de Un Mono (1895), de un tal Armand Charpentier.

El doctor Théodore Halifax y su amigo, el atleta Yvonnet, compran a un soldado francés recién llegado de las colonias africanas un mono llamado Golo, albergando la esperanza de educarlo y transformarlo, si cabe, en humano.

Tras su adquisición, Théodore se enrolla con una mujer casada, la inconstante Mme Bertrand mientras Yvonnet lo hace con Clara, joven inglesa entregada a la prostitución (con el loable objetivo de alimentar a su abuelo…!).

Golo, el mono, está llegando a la pubertad y, cosas de la vida, se excita soberanamente a la vista de Mme Bertrand.

Ésta, inconstante como ya hemos dicho, se ve alagada por tal amor inaudito. Halifax se mosquea.

Por si fuera poco, Clara, solícita, piensa en proponerle al mono sus servicios. Esta parte de la historia no queda muy clara: ¿se trata de abnegación por su parte (para satisfacer las necesidades del pobre animal)? ¿Quién le pagaría sus servicios (Golo, por lo que se infiere del texto, no está de modo alguno remunerado)?¿Llega esto a concretizarse (el texto ha sido sin duda expurgado por el editor)?

Una noche que Mme Bertrand, aprovechando la ausencia de su marido, viene a cepillarse al Doctor, el pobre Golo, que ya no aguanta más, se ahorca.

Abatido, Halifax trata de darle un entierro cristiano, enfrentándose a la férrea oposición del párroco.

Clara y el vigoroso Yvonnet asisten a una reunión de espiritismo. ¿Quién creen que aparece entonces?

El pobre Golo, el cual, pese a no haber podido hablar ni escribir en vida, se exprime en un francés correctísimo, citando párrafos enteros del Papa del espiritismo finisecular (y más acá), Allan Kardec.

El mono ha logrado desvelar el misterio de sus reencarnaciones, anunciando las próximas: un obrero negro (del mono al negro, según el esquema racial entonces imperante), un general chino, un farmacéutico inglés y uno de los últimos papas…

Con tal mensaje críptico y un tanto jocoso (el papa-mono) que nos recuerda a nuestro amado Roque Six, remata esta singular obra.

El tema del cruzamiento gorilesco había sido reforzado con el inaudito parentesco expuesto por Darwin en El origen del hombre y la selección sexual (1871, y no en el Origen de las especies como tantas veces se afirma). Ya en 1886 dos novelas habían osado tratar el tema de la cópula entre los humanos y sus ancestros los primates, La hija del Mono de Maurice Sand y el Increíblemente Extraño Hémo de Émile Dodillon.

En éste, un doctor holandés decide crear una raza humana superior, perdiéndose en la jungla africana. Allí salva a una gorila, matando para ello a su legítimo (!).

El científico se ve reducido (!) por una terrible hibernación al inhumano apareamiento, tras el cual nace el “nuevo-hombre” que da título a la obra, Hémo, cuya ascendencia paterna no queda del todo determinada.

El holandés trata desesperadamente de distinguir rasgos humanos en el simiesco infante antes de morir, tras lo cual el peculiar mono es enviado a Europa, donde forma parte de una compañía teatral, haciendo de Polichinela.

En una de las representaciones Hémo sufre un rapto inexplicable de celos y asesina al actor que interpreta al amante de su mujer.

Hémo es enviado al zoológico donde muere en terrible abandono, como todo antihéroe naturalista (aunque sea simiesco) que se precie…

Luego vendrían Tarzán y King Kong (versiones edulcoradas y expurgadas, como véis, de sus ancestros decadentistas), pasando por cantidad de otros seres Increíblemente Extraños como Ingagi o el Casi-hombre de Marcel Roland…

Los más curiosos podéis ir a la Página Increíblemente Extraña consagrada única y exclusivamente al mito de los Hombres-Mono, The Ape-Man, his Kith and Kin http://www.erbzine.com/mag18/1802.html

Curiosamente su autor se queja de no poder completar su inaudita colección con la joya de Armand Charpentier…

Así que ya sabéis, Investigadores de lo Increíblemente Extraño…

martes, 22 de abril de 2008

Poemicidios

Se ha especulado mucho sobre la poesía como arma (cargada o no de futuro) y sobre la capacidad concreta de la literatura de reaccionar ante la violencia de la vida real (el célebre “Si mi pluma valiera tu pistola” de Machado a Líster).

Pese a todos los intentos de las vanguardias de crear una poesía vital y agresiva creemos que ningún poeta logró la proeza del antiguo Arquíloquo

Poeta griego nacido en Paros en el siglo VII antes de Cristo (lo cual ya es decir), hijo bastardo de Telesiclés y una esclava llamada Enipó (es decir, Criticona), difamó, según Eliano (Varia historia 10,13), a amigos y enemigos, mantuvo constantes relaciones adúlteras, fue un lujurioso y un energúmeno, y, colmo de degradación, tiró su escudo (elemento central de la falange) y huyó cobardemente de un combate.

A parte de dichas lindezas inventó, al parecer ese género tan fructífero, cachondo y lleno de mala leche que llamaríamos Sátira y que por entonces se llamó la “invectiva yámbica”.

Bajo su pluma, esta se convirtió en arma auténticamente letal.

Vean sino:

Cabreado por que su prometida, la hija de un tal Lycambes, se había retractado en el último minuto compuso un poema que bate records históricos de eficacia. La indecisa, traumatizada, se ahorcó.

El padre, desesperado, la siguió. Las dos hermanas, de tiradas al río, también.

No contento con esta hazaña, Arquiloquio siguió su carrera psico-poética.

A un escultor que le había retratado con rasgos un tanto ridículos (o así lo juzgó el interesado), dedicó unos escuetos versos de tal crueldad que el pobre artista se vio abocado, a su vez, al suicidio.

Lamentablemente no nos quedan ya más que tristes fragmentos de aquellos versos poemicidas, citados por oscuros lexicógrafos y gramáticos (Hesiquio, Glauco de Reggio, Sudas, etc.), sin lo cual, vistos los progresos increíbles de nuestras épocas hipermodernas, habrían podido redefinir el vaporoso término de Armas de Destrucción Masiva…

lunes, 21 de abril de 2008

Filantropófagos

Paulin Gagne, nacido en un agujero campestre francés en 1808, tuvo, entre otras manías u originalidades, la peculiaridad de ser “candidato universal, sobrenatural y perpetuo” a las elecciones de su Diputación y de la Academia Francesa, redactando elaboradas e innombrables proclamas, prometiendo, más aún que los políticos denominados “profesionales”, lo que vulgarmente llamaríamos el oro y el moro y que él llamaba la Monpanglota (o lengua única… universal, se entiende), la Uniteidad y cosas por el estilo.

En su auto-publicado (no es de extrañar) periódico, El Archisol, gran archi-diario brillante, proseguía con su logorreica inventividad neologística, proponiendo términos como la asnarquía, la pataticultura (de la expresión francesa “et patati et patata” para designar una sarta de milongas), suiceicidio o Rabiapública…

Publicó, a parte de todo eso, cantidad de obras Increíblemente Extrañas, como la Sataníada del espirito-satanismo, archi-drama espiritida en cinco llamaradas infernales o el Diccionario archi-humano (donde seguía con su idea de Monpanglosis o lengua universal).

La más singular, o simplemente la que más llamó la atención de los caza-heteróclitos literarios, fue su Filantropofagia, publicada a raíz de una terrible hambruna que diezmó Algeria, por entonces colonia francesa.

Para paliar los efectos devastadores de esta plaga, Gagne proponía la creación de una asociación de audaces voluntarios que dignaran ceder parte de sus carnes en beneficio de sus semejantes más necesitados,

“el sacrificio voluntario de hombres y mujeres brindando su carne a las víctimas del hambre es un acto de la más alta sabiduría y la más sublime caridad. Facultativamente, aquellos que no quisieran morir podrían simplemente hacerse cortar las piernas y el brazo menos útil…”

añade con ponderada consideración. Por lo demás el gobierno debería incentivar dicho sacrificio,

“ofreciendo una muerte atractiva gracias a una honorable guillotina, promesas de estatuas, panteones conmemorativos y la esperanza de recompensas eternas (…) Los mortales que se inmolaran por sus semejantes serían verdaderos Cristos salvadores de la humanidad”…

Habréis notado que Gagne se refiere siempre a la tercera persona del plural, no pareciendo muy entusiasta a la hora de predicar con el ejemplo. Poco después, durante el terrible asedio de París de 1870 volvió a proponer su genial idea, esta vez en primera persona:

“Prefiero convertirme en alimento sagrado de mis semejantes que ser estúpido e innoble pasto de los gusanos”…

El gobierno, pese a lo desesperado de la hambruna, no se dignó considerar la oferta del atento filantropófago.

Por sorprendente que parezca este singular individuo logró aparearse y lo hizo con una escritora de libros para niños (¿tal vez con el propósito de preparar las nuevas generaciones para sus avanzadas ideas?), una tal Élise Moreau en quien encontró su más fiel colaboradora y que publicó un curioso plagio versificado de uno de los clásicos Increíblemente Extraños, el Último Hombre de Grainville, bajo el título de Omegar o el último hombre, proso-poesía dramática del fin de los tiempos en doce cantos (1858).

Como en el original, tras la extinción de los océanos, de la vegetación, de los peces y animales y del propio Sol, le toca el turno al último hombre, pasto de los cuervos (pero... ¿los animales no habían...? Esas cosas no se preguntan en los Libros Increíblemente Extraños).

Y en ese momento "la Tierra, sucumbiendo por fin a ese último asalto, giró con una pirueta sobre su eje (!), lanzó un grito desgarrador (!!) y desapareció en la tumba de fuego que le abrieron las olas (!!!), hundiéndose con ellas"...

No es de extrañar que Paulin viera en su cónyuge la prefiguración de la Mesías futura, la Filosofofluida anunciada en La Uniteidad o la Mujer Mesías, gigantesco poema donde encontramos estos versos que nos servirán de epílogo:

Amor sagrado de la zanahoria,/ Conduce, sostiene nuestros brazos vengadores, / Libertad querida en compota / Combate con tus defensores (…) para que puedan hacer en todo lugar/ Brillar la gloriosa zanahoria”…

viernes, 18 de abril de 2008

El ano del filósofo


Tan abscónditas si cabe como las elucubraciones teológicas resultan a menudo las filosóficas, otorgándonos otra fuente deleitosa de Libros Increíblemente Extraños.

La historia de las ideas filosóficas abunda en singulares aberraciones, no sólo extravíos momentáneos de la Razón sino parte integrante de su propio Devenir, como dirían los propios inculpados.

La arqueología de esas aberraciones resulta, a menudo, bastante más reveladora (y, ante todo, divertida) que la retahíla rutinaria de consabidos Sistemas canónicos (cartesianismo, espinozismo, kantismo, etc)

Para ilustrar este fructífero territorio comenzaremos con un extracto que a muchos sorprenderá, por hallarse en el célebre El Ser y la Nada de Jean-Paul Sartre, canónico donde los haya (tan citado, tememos, como poco leído).

Sin embargo a nosotros nos ha parecido suficientemente Extraño para figurar en nuestra galería.

Vosotros juzgaréis…

“Sólo para el prójimo el ano aparece como orificio [!]; no podría ser vivido como tal, pues ni siquiera los cuidados íntimos que la madre presta al niño podrían descubrírselo en ese aspecto: el ano, zona erógena, zona de dolor, no está provisto de terminaciones nerviosas táctiles. Al contrario, por medio del prójimo -por las palabras que la madre emplea para designar el cuerpo del niño- aprende éste que su ano es un agujero [!!]. Por lo tanto, la naturaleza objetiva del agujero percibido en el mundo iluminará para él la estructura objetiva y el sentido de la zona anal y dará un sentido trascendente a las sensaciones erógenas que el niño se limitaba hasta entonces a existir. En sí mismo el agujero es el símbolo de un modo de ser que el psicoanálisis existencial debe esclarecer. No podemos insistir en ello ahora. Sin embargo, inmediatamente vemos que el agujero se presenta originariamente como una nada «que he de llenar» con mi propia carne: el niño no puede abstenerse de poner su dedo o todo el brazo en un agujero [¿¿?? ¿Nos estará hablando del Fist?]. Este me presenta, pues, la imagen vacía de mí mismo; sólo tengo que meterme en él para hacerme existir en el mundo que me espera.

El ideal del agujero es, pues, la excavación que se moldeará cuidadosamente sobre mi carne, de manera que, ajustándome penosamente y adaptándome estrechamente a ella, contribuiré a hacer existir la plenitud de ser en el mundo. Así, tapar el agujero es originariamente hacer el sacrificio de mi cuerpo para que exista la plenitud de ser, es decir, sufrir la pasión del para-sí para moldear, hacer perfecta y salvar la totalidad del ensí. Captamos así, en su origen, una de las tendencias más fundamentales de la realidad humana: la tendencia a llenar. Encontraremos también esta tendencia en el adolescente y en el adulto: buena parte de nuestra vida se pasa tapando agujeros, llenando vacíos, realizando y fundando simbólicamente lo pleno. El niño reconoce, desde sus primeras experiencias, que él mismo tiene orificios. Cuando se pone el dedo en la boca, trata de tapar los agujeros de su cara, espera que el dedo se funda con los labios y el paladar y tape el orificio bucal, como se tapa con cemento la grieta de la pared. Busca la densidad, la plenitud uniforme y esférica del ser parmenídeo; y, sí se chupa el dedo, lo hace precisamente para diluirlo, para transformarlo en una pasta engomada que obture el agujero de su boca.

Esta tendencia es, ciertamente, una de las más fundamentales entre las que sirven de cimientos al acto de comer: la comida es el «cemento» que obturará la boca; comer es, entre otras cosas, taponarse. Sólo a partir de aquí podemos pasar a la sexualidad: la obscenidad de las partes sexuales femeninas es la de toda abertura: es un llamamiento de ser, como lo son, por otra parte, todos los agujeros [!!!]; en sí, la mujer llama a una carne extraña que debe transformarla en plenitud de ser por penetración y dilución. E, inversamente, la mujer siente su condición como una llamada, precisamente porque está «agujereada» […]

Puedo gustar de los contactos viscosos, tener pavor a los agujeros; etc. Esto no significa que lo viscoso, lo grasoso, el agujero, etc., hayan perdido para mí su significación ontológica general, sino que, al contrario, a causa de esa significación me determino de tal o cual manera con respecto a esas cosas. Si lo viscoso es el símbolo de un ser en que el para-sí es absorbido por el en-sí, ¿qué soy entonces yo, a quien, al contrario de los demás, le gusta lo viscoso?”

No lo sé, Jean-Paul…

¿Qué tal aquella célebre frase final de Wilder: Nadie es perfecto?

jueves, 17 de abril de 2008

Los Ángeles de Scriblerus


Otra de las fuentes inagotables de Libros Increíblemente Extraños es, cómo no, la tradición teológica y eclesiástica en general, constituyendo un catálogo siempre sorprendente de simpáticas monstruosidades y aberraciones.

Una de las más famosas controversias al respecto es sin duda la cuestión de “cuántos ángeles pueden danzar sobre la punta de una aguja sin empujarse”.

Sí, habéis leído bien.

“Sin empujarse”.

Atribuida al Padre de la Escolástica himself, Tomás de Aquino, dicha disquisición es, en realidad, una invención tardía, fruto de las guerras de religión. Así, la primera mención se encuentra en el panfleto de William Chillingworth Religion of Protestants a Safe Way to Salvation (1638, p. 12), donde acusa a los católicos de debatir “si un millón de ángeles pueden caber en la punta de una aguja”.

Se trataba de una buena ocurrencia satírica, otra de tantas de aquella época de tremebundas disputas confesionales donde florecieron, cómo no, cantidad de Libros Increíblemente Extraños.

La broma era tan buena que la encontramos, cincuenta años después, bajo la pluma del Neoplatónico Ralph Cudworth en su algo delirante The True Intellectual System Of The Universe.

Como tantas otras acusaciones protestantes, la idea de la aguja infestada de ángeles haciéndose hueco pasó a nutrir el arsenal literario de las Luces en su guerra sin cuartel contra el oscurantismo eclesiástico.

Y es así como surge el oscuro libelo de Martin Scriblerus (nombre jocoso de latín macarrónico para Martin el Escribanillo), autoridad máxima en ángeles agujeriles.

Martin Scriblerus fue en realidad una de las más célebres gamberradas literarias de la Historia.

Se trataba de la creación colectiva de un grupo de cachondos mentales, liderado por el propio Jonathan Swift (del cual, inevitablemente, volveremos a hablar) y formado por John Gay (el de la Ópera de Tres Peniques) John Arbuthnot, Robert Harley, Thomas Parnell y algún que otro coleguilla, como el Pope de la futura Imbecilíada o Cretiníada.

Habían creado el Club de los Escribanillos en 1714 y decidieron escribir juntos la Autobiografía de su héroe, Martín, en violenta parodia de los hampones literarios que pululaban por el Londres de la Ilustración.

Entre las múltiples barrabasadas que inventaron la famosa cuestión de los ángeles fue destinada a una increíble posteridad, recogida por el influyente Isaac D’Israeli en un compendio donde abundan las rarezas más exquisitas, Curiosities of Literature (1824).

Ello no quiere decir que fuera una “mera” invención.

En realidad se puede hablar de palimpsesto literario, pues la cuestión sí que habría podido ser formulada por la escolástica, y de hecho lo fue en cierta medida.

Las polémicas escolásticas se llamaban Questiones Quodlibeticæ; por lo cual se denominó largo tiempo Quodlibet una cuestión absurdamente confusa. Los Quodlibetarianos constituyen así, desde los primeros humanistas que los odiaron, el emblema de la teratología intelectual, prefigurando monstruos ideológicos de la modernidad, desde el estalinismo hasta el fascismo.

Cada punto relativo a la religión cristiana (aún no católica) era debatido en una serie infinita de distinciones, preguntas y respuestas, todas ellas en “guerra permanente contra el sentido común” según la fórmula de D’Israeli.

Se generaban así temibles mamotretos, el más famoso de las cuales sigue siendo la Summa totius Teología de Tomás (París, 1615), de 1250 páginas escritas en letra minúscula, a dos columnas, con un índice de 200 páginas.

Encontramos allí 358 artículos sobre los ángeles, su substancia, su órden jerárquica, su naturaleza, sus costumbres y demás, “como si Tomás mismo hubiera sido un viejo ángel experto”...

Allí aprendemos, resume D’Israeli, que…

“Los ángeles no existían antes de la Creación del Mundo…

Que los ángeles tal vez existían antes de la Creación del Mundo…

Que fueron creados por Dios…

Que fueron creados inmediatamente por Dios…

Que fueron creados en el cielo Empíreo..

Que fueron creados en la Gracia…

Que fueron creados en imperfecta beatitud.

Que son incorpóreos comparados a nosotros pero corpóreos comparados a Dios.

Que son compuestos de acción y potencialidad; cuanto más superior, menos potencial.

No tienen materia propiamente dicha.

Difieren en especie.

Son de la misma especie que las almas.

No tienen naturalmente cuerpo unido a ellos.

Pueden asumir cuerpos, no para ellos pero sí para asistir a los mortales.

Los cuerpos asumidos son de aire sólido.

Los cuerpos asumidos no tienen virtudes naturales ni operaciones vitales, sino que son como cosas inanimadas [¿serían los ángeles zombis avant-la-lettre?].

Un ángel sigue siendo él mismo cuando ha asumido un cuerpo.

En el mismo cuerpo pueden cohabitar el alma, el cuerpo natural y el ángel sobrenatural.

Los ángeles gobiernan cada criatura corpórea.

Dios, los ángeles y las almas no son contenidas en el espacio pero lo contienen en sí.

Varios ángeles no pueden ocupar el mismo espacio.

El movimiento de un ángel en el espacio no es sino distintos contactos de distintos sitios sucesivos [¡Flash!].

Su movimiento puede ser continuo o discontinuo [¡Matrix!]

La velocidad de su movimiento no depende de su fuerza sino de su voluntad.

El movimiento de iluminación (?) de un ángel es tripartito: circular, recto y oblicuo…”

Por lo demás el bien llamado Doctor Angélico (sin duda su especialidad), se preguntaba si Cristo fue hermafrodita (cuestión candente en lo relativo al debatido “sexo de los ángeles”), si hay excrementos en el Paraíso (importante discusión “urbanística”, eco de las pestilentes ciudades del medioevo) o si los piadosos, el día de la Resurrección, se levantarán de sus tumbas en plena posesión de sus intestinos (vuelta al asunto un tanto escatológico…).

Viendo los raciocinios del Doctor Universal, Maestro indisputable, fácil es imaginar lo que los alumnos (y en especial los “malos alumnos”) podían idear.

Hubo quién se preguntó si el ángel Gabriel apareció a la Virgen en forma de serpiente (un tanto herético, ¿no?), de paloma, de hombre o de mujer. Si era joven o viejo. Cómo iba vestido, de blanco o con más colores. Limpio o sucio.

Si la Virgen, durante su concepción milagrosa, estaba sentada. Si el propio Cristo, en ese momento, también estaba sentado (¡!). O si, al contrario, ambos yacían tumbados…

Como veís, la broma de Collingworth, retomada por Swift y sus colegas, no iba muy descaminada.

Entre los movimientos por lo menos extraños de los ángeles y la cuestión del espacio que ocupan la idea ya estaba más o menos ahí.

Faltaba el detallito de la aguja.

miércoles, 16 de abril de 2008

Tskoua pipitskouisi


Ya iba siendo hora de que llegáramos a ese Sanctus Sanctorum de los Libros Increíblemente Extraños que son los tratados de los denominados “heteróclitos” o, más prosaica y tristemente, los “locos literarios”.

Y para empezar, nada mejor sin duda que el inefable doctor Jean-Mathieu Bechstein, “célebre” naturalista y cazador (1757-1811), apasionado, en concreto, por la ornitología.

En su indispensable Libro de las singularidades (1841), al cual rendimos aquí homenaje cibernético, G. P. Philimneste nos refiere algunas de sus rompedoras interpretaciones, empezando por su audaz desciframiento del “lenguaje ruiseñor”.

Citamos el “texto” en extenso, pues vale su peso en oro:

“Figúrense pues el gentil animal, encaramado a su rama, levantando la cabeza, abriendo el pico y expectorando una letanía de sonidos encantadores:

Tiouou, tiouou, tiouou, tiouou,

Shpe tiou tokoua,

Tio, tio, tio, tio,

Kououtiou, kououtiou, kououtiou, kououtiou;

Tskouo, tskouo ; tskouo, tskouo;

Tsii, tsii, tsii, tsii, tsii, tsii, tsii,tsii,tsii, tsii.

Kouorror, tiou.

Tskoua pipitskouisi. Tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tso, tsirrhading!

Tsisi si tosi si si si si si si si,

Tsorre, tsorre, tsorre, tsorrehi;

Tsatn tsatn tsatn tsatn tsatn tsatn tsatn tsi.

Db db db dia db db db db db

Kouioo trrrrrrrrritzt.

Lu lu lu ly ly ly lî lî lî, lî,

Kouio didl li loulyli.

Ha guour guour koiii kouio!

Kouio kououi kououi kououi koui koui

koui koui, ghi ghi ghi;

Oholi gholl gholl gholl ghîa hududoi.

Koui koui horr ha dia dia dillhi.

Hats hets hets hets hets hets hets hets hets hets hets hets hets hets hets.

Touarrho hostehoi ;

Kouia kouia kouia kouia kouia kouia kouia kouiati;

Koui koui koui io io io io io io io koui

Lu lyle lolo didi io kouia.

Hihuai guai guay guia guia guia guia guia kouior tsio tsiopi”

Para descifrar esta insospechada “piedra de Roseta”, Bechstein cita a otro heteróclito egregio, Dupont de Nemours, miembro del Institut, en sorprendente traducción:

Duerme duerme, duerme, duerme, dulce amiga,

amiga, amiga,

amiga, amiga,

tan bella y tan querida:

duermete amando,

duermete cubriéndote,

bella amiga,

nuestros bonitos niños,

nuestros bonitos, bonitos, bonitos, bonitos, bonitos,

tan bonitos, tan bonitos, tan bonitos,

pequeñitos

(Silencio)

Amiga,

Mi bella amiga,

Al amor,

Al amor ellos deben la vida,

A tus cuidados deberán el día,

Duerme, duerme, duerme, duerme, dulce amiga,

Junto a ti vela el amor,

El amor,

Junto a ti vela el amor”…

Y por si esto no bastara, el Dr. Bechstein se propone descifrar el croar de los cuervos, el cual, contrariamente a la opinión vulgar que lo juzga monótono, comprende nada más ni nada menos que 25 sonidos diferentes:

Cra, cre, cro, cron, cronon.

Grass, grçss, gross, gronss, grononess.

Crac, crea, crac, crona, groness.

Crao, creo, croc, crone, gronass.

Craon, creo, croo, crono, gronoss…

Lo cual es ampliamente suficiente, nos explica con absoluta lógica, para exprimir ideas como:

allá, aquí, derecha, izquierda, adelante, alto, pastad, firmes, hombre armado, frío, caliente, irse, te quiero, yo también, nido

y decenas de otras que tienen que darse según sus necesidades”…

Lamentablemente Philimneste no nos da más información sobre los 25 tratados del Dr. Bechstein, lo cual es una terrible perdida para los amantes de Libros Increíblemente Extraños.

Pese a todo, su legado vive aún en estas pequeñas notas, celosamente guardadas por los estudiosos, esperando tal vez una exhumación póstuma que rompa totalmente los esquemas de nuestros modernos etólogos y permita, de una vez por todas, comunicarnos con los pájaros como el venerado (y gran ex desfasado) Francisco de Asís...

martes, 15 de abril de 2008

Ignoto


En homenaje a nuestra colaboración con la revista Sibila, hablamos hoy de la que ha sido juzgada primera novela de ciencia-ficción brasileña, la cual bien merece el calificativo de Increíblemente Extraña.

Se trata de A Rainha do Ignoto de Emilia Freitas, “romance psicológico” (!), extraña fusión entre delirio simbolista, alegato proto-feminista y folletín mágico-ocultista publicado en el muy finisecular año de 1899.

Viajando por los sertones del Ceará amazónico, el Dr Edmundo llega al río Jaguaribe donde tiene una extraña visión de una dama pre-rafaelita vestida de blanco y envuelta en guirlandas, conduciendo un misterioso bote (la imagen misma de la Lady of Shallot de Waterhouse, aquí reproducida).

Obsesionado por su visión, el doctor trata de desvelar el misterio de Funesta, el Hada del Arerê.

Travistiéndose, auxiliado por el marido de una de las misteriosas secuaces del Hada, Edmundo logra penetrar en los dominios de ésta, situados en una extraña Isla, Ilha do Nevoeiro.

El Hada es en realidad la Reina de esta isla dominada enteramente por “paladinas”, mujeres dedicadas a aliviar el sufrimiento cotidiano de sus compañeras “terrestres”, cruzando el mito amazónico con lo que serán las super-heroínas más pulp.

Tras innumerables peripecias que reúnen todos los tópicos del ocultismo simbolista y decadente (magia, hipnosis, espiritismo, etc.), la Reina de lo Ignoto decide que debe morir.

Entre himnos y cánticos desvela, durante su agonía, su verdadera faz al cautivado intruso “drag queen”.

Aún así, para que todo vuelva a la normalidad, Edmundo retorna al mundo “normal” y se casa con Carlotinha, una moza un poco tontaina, antítesis viva de la difunta Reina.

Obra auténticamente atípica en el panorama brasileiro, aún mayoritariamente ignorada de críticos y público, escrita por una oscura mujer “en la soledad absoluta de las márgenes del Río Negro” reúne una utopía feminista resueltamente opuesta a las monstruosidades del orden patriarcal, leyendas de distintas tradiciones culturales (con trozos escritos en francés e inglés), ecos de las novelas de caballerías y de la paranoia gótica, aspectos costumbristas, discursos pseudos-científicos…

Retomando la tópica de la isla amazónica como anti-mundo utópico enfrentado a la distopía cruel del patriarcado, ya avanzada por ancestras como Fanny de Beauharnais (en su Relation très véritable d’une île nouvelle découverte de 1786 y la Île de la Félicité del año IX revolucionario), Freitas constituye así un digno eslabón en la tradición subterránea que llevará al renacer femenino y feminista de la ficción especulativa de “reinas” como Margaret Atwood, Angela Carter o Ursula Le Guin...

Beleza.

lunes, 14 de abril de 2008

Roque Six


Nos cabe la honra de inaugurar la galería de Libros Increíblemente Extraños hispánicos con una de las joyas de la edad dorada del humorismo vanguardista, rebosante de rarezas inigualadas hasta la fecha.

Se trata nada más ni nada menos que de la obra de culto del granadino José López Rubio Roque Six, fechado en el emblemático año de 1927.

El anodino héroe homónimo, Roque Fernández, oscuro funcionario de una capital de provincias fallece de una pulmonía.

Comienza entonces su gran y delirante aventura.

Reaparece, reencarnado, en otro funcionario, Jean Rochestier, o Roque Segundo, del Ministerio de Justicia de París. Descubre a su nueva familia, ante la cual se siente un extraño “suplantador” y a la que abandona en un ignoto Villarejo, dándose las de Villadiego y muriendo nuevamente en el intento, atragantándose con una bola de ruleta...

Ahora es un pastor anglicano, el Reverendo Farjeon (Roque III) también con esposa y seis hijos, en un agujero perdido de Nebraska. Tras un oportuno descalabro bajando del púlpito donde predicaba consigue hacerse integrarse en la pequeña comunidad, ya que «nadie se extrañaba de que el reverendo Farjeón mirara las cosas con ojos nuevos y se hiciese presentar a las gentes, incluso a las más allegadas ».

Su nueva posición le obliga a enfrentar situaciones un tanto sorprendentes, como la de Dimas Firestone, atropellado en Filadelfia y que se ve perdido en el limbo, ni rechazado ni admitido por el cielo.

Roque descubre así la complejidad de la vida post-mortuaria, entreviendo que tal vez su destino itinerante constituya un largo proceso de purificación (guiño tragi-cómico a las teorías del “sasāra” budista)…

“Y si la tristeza de seguir viviendo fuera poca, Roque sabía, desde dos horas antes- ante la mujer indiferente y necia, y los hijos inconscientes y despreciativos- que era un tonto y que estaba en el mundo –como tal Reverendo Farjeon- para hacer payasadas nada más”…

Por fin perece, ahogado, el Reverendo y aparecemos en Bucarest (!) donde seguimos al sospechoso Profesor Pezardjick (Roque IV), anarquista y conspirador que ha planeado un violento regicidio.

Encerrado con su banda rehúsa huir con ésta, alegando sus principios revolucionarios, lo cual le lleva directo al paredón.

Leemos, a continuación, de un bebé innominado, Roque V reducido a la más absoluta impotencia -«terrible cosa la de volver a ser niño».

Así que muerde el pecho de su nodriza.

Colérica, ésta lo tira por el balcón, prefigurando 50 años antes la célebre escena transgresora del Bad de Warhol.

Toma ya.

El nuevo Roque, el Roque Six del título, sufre una pequeña complicación inusitada.

Resulta que tiene a “otro”, Doppelgänger grotesco que le da la murga: “un hombre al lado, tan pronto a un lado como a otro».

“Ambos” se disputan por una mujer en otro pueblucho y Roque acuchilla a su molesto doble, lo cual, evidentemente, acaba con él mismo, siguiendo la tradición legendaria del Doble.

Esta vez Roque siente que se olvida de todo, hasta de sí mismo.

“Es el cielo, no puede ser otra cosa”, concluye en extraño apólogo budista, versión un tanto melancólica del Nirvana.

Concluía así uno de los Libros más Increíblemente Extraños de nuestra literatura.

Larga vida a Roque Six!!


p. s.

Respecto a la foto de arriba, se trata nada más ni nada menos que de Jose López Rubio (primero por la izquierda) con el Gordo y el Flaco, así como los cachondos Eduardo Ugarte y Edgar Neville en los Estudios Hal Roach de Hollywood


viernes, 11 de abril de 2008

Mme Felician


En la jungla salvaje del folletín victoriano descollan múltiples joyas Increíblemente Extrañas.
Así la increíble super-villana Madame Felician creada por “Wirt Gerrarer” en su desconocida novela “teosófica” (ya hablaremos de ese singular subgénero finisecular) El legado de Rufin (Rufin’s Legacy: A Theosophical Romance, 1892).
La obra comienza siendo una magnífica novela de espionaje a la antigua usanza, con un inglés despistado, Will Glynn, visitando a un amigo, el Rufin Petrovich del título, en la convulsa Rusia zarista.
Como el Holly Martins del futuro Tercer Hombre, Will se encuentra con un buen paquete: Rufin baleado y una misteriosa mujer enmascarada huyendo del lugar del crimen.
Buscando entre los papeles del fiambre, Will encuentra una extraña carta dirigida a una tal Xenia Alexevna Agamaloff (!) y corre en busca de la destinataria, la cual resulta ser miembro de una célula revolucionaria llamada Sociedad para la Perpetración de Asesinatos Sin Motivo (!!), versión deliciosamente folletinesca de los cenáculos nihilistas entonces tan de moda.
Xenia explica que Rufin era miembro de la policía secreta y que fue eliminado por una archi-enemiga de la Sociedad en cuestión, también agente zarista, la terrible Madame Felician
Así que ambos se dedican a perseguir a la Felician durante múltiples páginas donde, entre otras lindezas, Will es atacado psíquicamente (!!!) en un tren por la terrible teósofa, siendo salvado in extremis por un poderoso mesmerista (!!!!), quien tal vez sea el propio narrador o, ¿quién sabe?, el propio Wirt Gerrarer...
La prometida inglesa de Will se ve secuestrada por los agentes de la omnipresente Madame, luego salvada por su amado, el cual persigue nuevamente en tren (otra de esas magníficas y criminales locomotoras de la Europa Fin de Siècle) a la malvada, la cual vuelve a desaparecer hasta resurgir, bajo nuevo nombre, en Berlín y, perseguida de nuevo, en Londres.
Will y Xenia terminan capturados a su vez, condenados a morir de hambre hasta ser rescatados.
Interviene, por si no fuera poco, un nuevo mesmerista (!!!!!), un tal Caradoc Morgan que resulta ser un aliado de Felician.
Xenia, poseída por un ataque psíquico, se ve impelida a suicidarse (!!!!!!).
Will acorrala a Mme Felician, la cual se suicida.
Morgan muere.
Pero Will descubre que en realidad puede transferir su conciencia de cuerpo en cuerpo (!!!!!!!).
Lo cual le hace pensar que la Felician esté aún viva y coleando en algún otro cuerpo de la vasta Mittel-Europa…
Tacháaaan….
Así termina esa increíble insania teosófico-espionil sólo posible en la Edad de Oro del folletín Fin de Siglo o, como dicen algunos, “Gas-light” por el típico alumbrado tardo-victoriano.
Mme Felician es la culminación de la Mujer Fatal, prefigurando a la Irma Vep de Les Vampyres que volverá locos a los jóvenes surrealistas parisinos. Sádica, goza con la tortura de sus víctimas, inventando tóxicos que les "transforman hasta hacerles sentir el dolor después de la muerte” (!!!!!!!).
Ejerce una total dominación (inequívocamente sexual) sobre sus agentes, hombres dispuestos a matar y morir por ella.
Quiere el control absoluto sobre el mundo, jugando con las distintas policías secretas del momento.
Es una “mesmerista sin rival”, empleando el hipnotismo y la telepatía para “aniquilar la voluntad de sus súbditos”, transformándolos en pequeñas bombas humanas…
En resumen, una Super-Dominadora que hubiera hecho palidecer a la mítica Wanda de Herr Leopold von Sacher-Masoch, surgida 20 años atrás.
Pero no fue así.
El libro pasó inadvertido y la terrífica Madame Felician desapareció, para siempre, con él.
Sic transit Gloria Mundi


p. s. Para saber más sobre Felician y los suyos, consultad la increíble
Encyclopedia of Fantastic Victoriana de Jess Nevins, MonkeyBrain Books, 2005

jueves, 10 de abril de 2008

Morósofos


Entre la delirante producción de los libertinos franceses del XVIII, tan rica en Libros Increíblemente Extraños, cabe destacar la obra capital del simpático caballero Andrea de Nerciat, Las Afroditas, también conocidas como Fragmentos tali-priápicos para servir a la historia del placer publicadas en el año de gracia de 1793, esto es, en pleno inicio del Terror revolucionario.
Curioso contraste entre las correrías tali-priápicas de la simpática secta Afrodita y la guillotina pero no hemos de olvidar que la Revolución fue también enormemente pornográfica aunque ese mismo año encerrara al pobre Ciudadano Sade acusándole de "moderantismo" (el sádico Marqués se había opuesto varias veces a... !la pena de muerte!).
De hecho el libro abunda en críticas mordaces al "personal" revolucionario (que Nerciat, por lo demás, combatía con su espada junto con las fuerzas prusianas), retomando el tópico del locus amoenus ("lugar ameno") como escapismo absoluto ante la Historia con una Hacha Mayúscula, como decía Jarry.
Si los personajes del Decameron huían de la peste para contarse historias aquí la peña se concentra en lo básico. Aunque eso no impida contarse historietas entre coito y coito, algunas singularmente fantásticas (como la del barón acosado por la imagen de su difunta mujer, ahora un maniquí de cera de tamaño natural).
Nerciat se apoya supuestamente en la historia de una "orden, o fraternidad formada durante la regencia del famoso duque de Orléans" conocida como Afroditas o Morósofos ("formada de dos palabras griegas, locura y sabiduría, así los Morósofos son gente cuya sabiduría es ser locos a su manera"!). Situada en el valle de Montmorency, en las afueras de París, "tenía por único objetivo el libertinaje".
Nerciat nos describe pormenizadamente la organización y los mecanismos de dicha sociedad. Los iniciados han de pagar caro su asistencia, si bien es gratis para las mujeres (algo que aún honoramos en varias discotecas de nuestros días). Dos tipos de miembros se forman: los adeptos "íntimos" frente a los "auxiliares" que no conocen exactamente los secretos de la asociación, a lo cual se suma una numerosa cantidad de criadas y criadas, los Camillones y las Camillonas.
Una vez que se entra en el recinto del llamado Hospicio todo es posible. La libertad sexual es la absoluta soberana de este pequeño reducto pornocrático, bajo la atenta mirada de Mme Durut (En celo).
Tod@s estaréis pensando, a estas alturas, en la escena central de Eyes Wide Shut y con razón.
El libro de Nerciat constituye un hito en la historia de las sociedades orgiásticas, reverso afable de la Sociedad de los Amigos del Crimen del Prisionero Sade.