sábado, 11 de octubre de 2008

La locura de Jeschouabar


Los delirios del positivismo, en concreto en el terreno de la psicología, igualaron a veces en intensidad los de la teología escolástica.

Buena prueba de ello es el insólito tratado del Dr. Binet-Sanglé consagrado a La locura de Jesús, su hereditariedad, su constitución, su fisiología (1908).
En él descubrimos que “desde hace 1900 años la humanidad occidental vivie en un error de diagnóstico”. “Sin prejuicios”, se trata de “aplicar a Jeschouabar-Iossef (el Jesús de toda la vida!!) el método de las ciencias naturales y establecer en parte su observación clínica”.

Ahí va. “Nacido entre el Mediterranio y el lago de Tiberias, en medio de una provincia montañosa poco frecuentada, salvaje, país de buen vino en una época en la que el alcoolismo se abatía sobre la población judía, en un agujero perdido cuyos autóctonos eran el hazmerrreir de los urbanitas; hijo de un carpintero piadoso y de una devota, hermano de un asceta esmirriado y cochambroso que, sugestionado por él, se hizo jefe de secta y pagó su fanatismo con la vida; tío de un jefe de secta que vivió el mismo destino, tío abuelo de palurdos cuya ingenuidad e impotencia excitaron la piedad de los romanos, contando en su familia siete místicos sobre trece miembros; pequeño de talla y de poco peso, de constitución delicada, presentando una anorexia de larga duración y una crises de hematidrosis (!), muerto prematuramente en la cruz de un síncope de deglución facilitada por la existencia de una peluresis posiblemente de origen tuberculosa y localizada en el ventrículo izquierda; teniendo ideas de eunuquismo, edipismo y de amputación manual (será por lo aquello de la mano pecadora…), reveladores de deseos sexuales ardientes, incluso de perversión sexual; por lo demás impotente y esteril Jeschouabar-Iossef aparece como un degenerado físico y mental”…

La idea del desequilibrio mental de Jesús no era, empero, original. Se podría incluso decir que constituyó un mini-subgnéro psiquiátrico a finales del siglo XIX (cómo no!). Desde que Friedrich Strauss en su histórica Vida de Jesús, hubiera catalogado el “fanatismo de Jesús” como “próximo a la locura”, el argumento floreció. El cachondo Jules Gay comentaba en sus Mezclas satíricas (1877), “creerse Dios o cualquier otro ser extraordinario es un caso de locura muy común. Jesús era sin duda un loco de esa especie”. Oskar Holtzmann, en Fue Jesús un Extático? (suena más contundente, como siempre, en alemán: War Jesu Ekstatiker? Buen título para un tema techno, por cierto) respondía con la afirmativa (1903), sugiriendo que no tenía gran contacto con la realidad…

Un año después el danés Emil Rasmussen escribió Jesus, Un studio comparado de psicopatología, concluyendo que el individuo en cuestión era epiléptico, citando el petit mal (o yuyu, diríamos hoy) en Getsemanía y el grand mal con los mercaderes del Templo. Dr. George de Loosten en Jesucristo desde el punto de vista de un psiquiatra (1905) explica que su comportamiento bizarre venía de una mala herencia genética que hacía de él un “degenerado” con un “sistema halucinatorio fijo”.

Y ahí llegó nuestro Binet-Sangle con su citado diagnóstico, “demencia”, apoyándose en el Estudio clínico sobre el delirio religioso de un tal J.-M. Dupain y su noción de causada “paranoia religiosa”, identificando siete halucinaciones claras, dos de las cuales fueron puramente visuales, el resto siendo a la vez visuales y auditorio-verbales… Sus ideas serían retomadas por el neoyorquino Dr. William Hirsh dos años después Religión y Civilización—Conclusiones de un Psiquiata, añadiendo al diagnóstico la “megalomania, incesante e inconmesurable”: “Todo lo que sabemos sobre él coincide tan perfectamente con el cuadro clínico de la paranoia que es casi inconcevible que la gente pueda aún cuestionarse el diagnóstico”.

Tras un par de tratados más (tratando de mitigar la locura de Jesús, situándola en el contexto de las supersticiones de su tiempo), del alemán Dr. Albert Schweitzer y del Dr. Walter Bundy (La salud mental de Jesús, 1922) y un artículo con un título que bien podría anunciar un bailongo tema de Fatboy Slim (“Crazy Jesus” de E. Haldeman-Julius, 1925), el tema desapareció por completo del panorama psiquiátrico hasta nuestros días… ¿Se trata de una nueva conspiración vaticana? ¿Hemos de temer otro de Dan Brown?
Respecto a Binet-Sanglé, poca cosa sabemos, pero todo apunta a que pertenece a nuestra tribu Extraña. Libertario radical como sólo los había entonces escribió sobre “antropología sobrenormal” (!) y afirmó que “la virtud, en el sentido completo de la palabra, sólo se encuentra en las mujeres cuyo sistema nervioso genital no se ha desarrollado; es decir, en las degeneradas” (Le Haras humain, 1921) y que« el coito hace durar la vida », aduciendo la longevidad de los asnos sementales y el hecho de que « las solteronas no llegan a centenarias ».

Muy inquietante fue empero su afiliación al eugenismo finisecular. En 1919, tras la Primera Guerra escribió El arte de morir. Defensa y técnica del suicidio asistido. Allí afirmaba que “el infanticidio de los degenerados, el asesinato de los idiotas y de los melancólicos incurables (!) así como incentivar el suicidio de los malos procreadores son perfectamente racionales”…

“Si todos los medios de educación y profilaxia son impotentes para impedir que ciertos anormales y enfermos sean un peligro grave para la sociedad y su descendencia no habría que dudar en eliminarlos de modo ilimitado de la vida social (!), a condición que su segregación (!!) sea humana, científica, sin preocupaciones penales, inspirada ante todo con el deseo de curarlos (!!!)”. Así pues propuso la “creación de un Instituto de eutanasia donde los degenerados cansados de la vida (!!) serán anestesiados hasta la muerte con protóxido de azoto o gas hilarante”.

Sabemos así cual hubiera sido la suerte de Jeschouabar de haber caído entre las manos, no de Pilatos, sino de nuestro Doctor. La cámara de gas estaba ya a la vuelta de la esquina…

1 comentario:

El Abuelito dijo...

Hombre, como melancólico incurable, mejor recibir el gas de la risa que cualquier otra forma de ejecución... Una entrada formidable, que me ha hecho pensar en aquella colección editada en la Barcelona de principio de siglo por un grupo anarquista, que contaba con títulos como "Jesucristo, homosexual" y "Jesucristo, mala persona"... La Biblioteca de los Sindios, se llamaba... Habría que reeditarla masivamente...