viernes, 3 de octubre de 2008

Dr. Voronoff



A petición de mi mujer (¿Qué no haríamos por ellas?) os hablaré hoy del extrañísimo Dr. Voronoff, célebre (pese a lo hoy olvidada) figura de los Locos Años 20 cuyo impacto en la historia literaria ha sido injustamente obviada.

Serge Abrahamovitch Voronoff era un cirujano francés de origen ruso fascinado por los transplantes y más concretamente, la xenotransplantación introducida por el Dr. C-E. Brown-Séquard. Tanto es así que en 1889, ni corto ni perezoso (tenía entonces 23 añitos), Voronoff se injectó subcutáneamente extractos de testículos de perros y cobayas. Infructuosamente. Por el momento.

Entre 1896 y 1910 estudió en Egipto los efectos rejuvenecedores de la castración en los eunucos (!). Empezábamos bien. Pensó entonces que los transplantes de glándulas serían más eficaces. Entre 1917 y1926, realizó más de 500 transplantes de testículos de jóvenes ovejas y cabras en especimenes más ancianos, logrando (según él) efectos rejuvenecedores que describe en el extraño Les Sources de la Vie.

Listo ya para dar el gran salto comenzó a transplantar testículos de criminales ajusticiados a pacientes millonarios pero, ante la abrumadora demanda, se pasó a los cojones de mono.

El primer transplante oficial de la “glándula simia” en un humano ocurrió el 12 de junio de 1920. Pequeñas tiras de testículos de chimpancés fueron implantados en el escroto del paciente. En 1923, el Congreso Internacional de Cirujanos de Londres celebraba el éxito de la experiencia del Dr. Voronoff…

Entre los efectos, descritos detalladamente en su opúsculo Etude sur la Vieillesse et la Rajeunissement par la Greffe (1926), más allá del meramente erectil (precedente de nuestro Viagra), se contaban el incremento de la memoria, de la capacidad laboral, la pérdida de la miopía (!), el tratamiento de la demencia precoz (!!) y el prolongamiento de la vida. La ilustración de arriba nos muestra lo infalible del método…

A finales de la década más de 500 hombres habían sido tratados en Francia y miles más alrededor del globo, en multitudinarias tournées (aún no existían las estrellas del rock). El Doctor creó su propio “Macacario” destinado a la reproducción de especimenes en la Riviera Italiana, empleando a un antiguo domador circense. La “crème de la crème” se precipitaba a por los milagrosos testículos, enriqueciendo de modo fabuloso (a lo Gatsby) al Doctor, envuelto en una nube de chóferes, mayordomos, sirvientes, secretarias y amantes.

El tratamiento de la “glándula simia” causó furor en la cultura popular de los cachondos años 20. Aparecieron curiosos ceniceros donde monos reticentes cubrían sus partes exclamando: “No, Voronoff, no me pillarás!”. Las fiestas privadas se plagaron de adeptos cuchicheando las virtudes de la glándula, llevando al avezado Harry MacElhone, propietario del famoso Harry's New York Bar en París a bautizar a su nuevo cocktail “La glándula de Mono”.

Inciso para los curiosos que quieran impresionar al personal en el próximo guateque: ginebra, zumo de naranja, granadina y absenta (!). No hay efectos secundarios conocidos. El primero que lo pruebe que escriba a estas páginas...

Irving Berlin se marcó una canción destinada al éxito, "Monkey-Doodle-Doo", que fue integrada (¿cómo no?) en un film algo olvidado de los Hermanos Marx, Los Cuatro Cocos. No podemos resistir el transcribirla. Para los que la quieran ver y oir en la versión Marx, id aquí.

“Oh, a little monkey playing on his one key
Gives them all the cue
To do the Monkey Doodle Doo

Let me take you by the hand
Over to the jungle band
If you're too old for dancing
Get yourself a monkey gland
And then let's

Go, my little dearie, there's the Darwin theory
Telling me and you
To do the Monkey Doodle Doo…”

En Brasil, tras una sonada visita donde el Doctor injertó a buena parte de la élite tropical, tuvo tambien un importante eco musical, al inspirar una de las primeras sambas del genial Noel Rosa, Minha Viola. El experimento falla, pues la virilidad orangutanesca se trueca en maullidos gatunos…

“Eu tive um sogro cansado dos rega-bofe
Que procurou o Voronoff, douto muito creditado
E andam dizendo que o enxerto foi de gato
Pois ele pula de quatro, miando pelos telhados...”

El propio poeta E. E. Cummings inmortalizó el tema del “famoso doctor que injerta glándulas de mono en millonarios” (más sonoro en inglés, claro: “monkeyglands in millionaires", hubiera sido un buen título de pulp, si es que no existe ya).

La historia del extraño Doctor no podía menos que atraer a los amantes de lo Bizarro (magnífico adjetivo que no poseemos plenamente, por desgracia, en castellano; hay que meterlo, y ya, en nuestro léxico).
Conan Doyle se inspiró en el experimento de Voronoff para su “Aventura del Hombre que Trepaba” (aunque en inglés Creeping Man puede también aludir a su degeneración, con connotaciones que van de lo siniestro a lo vagamente cerdo). El tardío relato (es de 1923) acerca el universo sherlockiano a la otra rama practicada por el Dr. Doyle, la ciencia-ficción, con la patética historia de un anciano enamorado, el Professor Presbury, que trata de recuperar el vigor y la energía perdidos, aún a riesgo de violar las leyes de la naturaleza.

Varios extraños incidentes se suceden: el profesor desaparece por las noches, a veces durante temporadas enteras (la familia se entera que ha estado por Praga… en una época en que aún no existían los low costs, recordemos). Su fiel cachorro no le reconoce, incluso trata de morderle. Las reacciones del profesor cambian, siendo cada vez más inquietantes. Así, a veces se dedica a arrastrarse a cuatro patas por el lujoso hall de su mansión… y su hija Edith lo ve trepando por la ventana de su dormitorio a altas horas de la madrugada… (Me encantan estos profesores degenerativos, hijos bastardos del Dr. Jekyll. No puedo sino imaginármelos en fotogramas algo descoloridos de la Hammer…).

Una carta llega de Praga, de un tal Dorak, un zíngaro (cómo no) que tiene una extraña tienda de ultramarinos (SÍ!!!). Holmes, as usual, reúne todas las piezas del rompecabezas y descubre que el Profesor se droga (como el propio Holmes o el otro Doctor de los 20, Sigmund Freud), exactamente cada nueve días, suministrado por el correo de Dorak. Luego trepa y hace esas cosas raras. ¿O deberíamos decir… simiescas?
La droga resulta ser extracto de langures (quizás el híbrido Trachypithecus johnii) que no sólo han revitalizado al profesor sino que le han transmitido algunas propiedades del animal… Elemental, queridos (aunque de sobra sabéis que Holmes nunca dijo eso bajo la pluma de Doyle…).

Pero la obra voroffiana más célebre es sin duda Corazón de Perro de M. Bulgakov, publicada dos años después del Trepador.

Os hablaremos de ella en breve.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Don Antonio, encantado de volver a tener noticias extrañas en este incredible blog. ¡Qué caña para empezar! Muy bueno lo del pollo Voronoff.
Por cierto, hablando de bizarro, ¿habéis escuchado el grupo Triángulo de Amor Bizarro? pues os lo recomiendo

Antonio Domínguez Leiva dijo...

también me alegro de volver a tenerte por aquí; lo del "pollo voronoff" vendría a ser como un strogonoff con testículos de mono, no?
bizarre love triangle de new order es una de mis preferidas -ya hablamos aquí de joy division- pero no conozco bien al triángulo español

Every time I see you falling
I get down on my knees and pray
Im waiting for that final moment
You say the words that I cant say
...

Anónimo dijo...

lo de pollo es la costumbre. En "Graná" decimos pollo al ser humano de género masculino. ES como decir tipo, tío...etc
un fuerte y extrañísimo abrazo.

¡New Order!... los tenía olvidados
I feel you...