El poeta Linière, que Edmond Rostand incluyó brevemente en su Cyrano de Bergerac (dedicado a uno de nuestros Autores Increíblemente Extraños), se bebió un día todo el agua de una pila de agua bendita donde la mujer que amaba había humedecido sus dedos.
Esta “acción poética”, concretización vital de la hipérbole barroca, es todo lo que ha quedado de su obra, y todo lo que sabemos de él.
Desconocido ancestro de la performance surrealista practicada por P. Soupault, J. Rigaut, M. Leiris o nuestro recientemente fallecido Pepín Bello, Linière nos brindaba, con su manifestación extrema de idolatría amorosa, un curioso ejemplo de poesía vital (o, como dirían ciertos colegas, de tronismo total).
1 comentario:
corto, pero preciso. Muy bueno. No conocía a ese poeta.
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