jueves, 26 de junio de 2008

Marquesa de Sade


¿Os acordáis de aquella Torre de Amor necro-fetichista de la extraña Rachilde?

Hoy, como prometido, os hablaremos de otra de sus singulares criaturas, Mary Barbe, la Marquesa de Sade que da título a la Muy Decadente novelita publicada en el Año de Gracia de 1887.

Mujer fatal (en el sentido literal, claro) como toda Musa decadente, Mary es una vampiresa sui generis, ya que para desgracia suya no ha sido “fertilizada” por su mítico contemporáneo, el Drácula de Bram Stoker (pináculo de la necrofilia finisecular).

Así que tiene que contentarse con pequeñas sangrías a sus anodinos amantes. Hasta el día en que encuentra a su víctima ideal, el pobre Paul Richard que tiene la interesante característica de ser… hemófilo (!).

En su primer encuentro el joven Paul, violentamente emocionado por la vampiresa, tiene un primer ataque, enrojeciendo y sangrando con efusión, algo que fascina, claro está, a su compañera.

Comprendiendo poco a poco lo que “pone” a ésta, Paul entra en una rutina masoquista: “A veces se golpeaba la frente, como quién no quiere la cosa. Otras veces mantenía la cabeza baja y la levantaba violentamente, esperando como recompensa la cruel sonrisa de la mujer caprichosa. Entonces ella le abrazaba con más fuerza, embriagándose con la sangre que la embadurnaba”…

Como en la obra maestra de Stoker, la sangre es evidente trasunto de los “otros” fluidos corporales, no en sentido metafórico o simplemente metonímico, sino literal. Una patología absoluta y perversa del coito fin de siglo.

Por desgracia Paul va curándose de sus crisis hemorrágicas. Así que Mary va distanciándose de él.

Al principio trata de torturarlo, abriéndole heridas para que la sangre vuelva a fluir: empieza con sus uñas, urgándole los poros de la piel, luego con alfileres y “una punta de metal mal afilada con la que tatuaba sus iniciales, apoyando primero dulcemente, escribiendo luego en la carne viva”.

Paul Richard, tratando desesperadamente de conservar a su bella, sustituye el orgasmo por los gemidos de dolor, radicalizando el esquema establecido por el célebre barón (coronado, no lo olvidemos, con la Legión de Honor) Sacher-Masoch.

Como era de esperar el idilio acaba cual rosario de la aurora, con la degradación absoluta de Paul y su abandono.

Nos quedamos con Mary errando por las noches parisinas de la Belle Époque, en busca de nuevas víctimas, prefigurando la Madame la Mort de la obra homónima (1891), ecuación absoluta entre feminidad y óbito.

Rachilde seguiría ahondando en su teratología sexual, jugando con el lesbianismo más “fatal” (Madame Adonis, 1888), el fetichismo (la heroína de La Jongleuse, de 1900, se lo monta, por así decir, con una ánfora griega!), el incesto (Les hors nature, 1897), la obsesión erótica compulsiva (L'heure sexuelle, 1898), o el amor de las niñas (La souris japonaise, 1921).

Nosotros nos quedamos con Mary,

“rondando de noche y durmiendo de día, como las fieras (…) Su ser de carne incorruptible paseaba en medio de las histerias de su tiempo como una salamandra entre las llamas; vivía de los nervios ajenos más que de los propios, sorbiendo voluptuosamente los cerebros... "

Quién sabe si aún se esconde en alguna callejuela sombría del viejo París…


p.s Los que queríais saber de la verdadera Marquesa de Sade, esto es la mujer del Divino Marqués, Renée-Pélagie de Montreuil, seréis satisfechos en su debido momento, cuando comentemos la curiosa correspondencia entre ambos cónyuges…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Como me molan los vampiros y su submundo. Y las vampiresas, en los cómics, siempre me han puesto muchísimo.
Quiero saber más de esa tiparraca ya que transmites tan bien el vínculo existente entre depredador y víctima. En tu exposición sobre Paul y ella me identifico por completo con el personaje seducido, lo que me hace sentirme invadido por una sensación opresora de atracción e inevitabilidad que me llevarían hacia un estado de absoluta dependencia. La amaría. Y si no, la desearía a morir. Se me ha ido la pinza, pero es que tengo muchas pelis de vampiresas. Pero de las antiguas. Un abrazo

Antonio Domínguez Leiva dijo...

Me alegro que compartas fascinación por las Mujeres Más Fatales. Mira también nuestra Mme Felician. Respecto a los vampiros les dedicamos dos Entradas Extrañas… (La masticación de los muertos y el caso Plogojowitz)...

Anónimo dijo...

a mí, en cambio, todo ese tema de vampiros, muertos vivientes, y todo ese submundo de Manes, no me va demasiado. He leído un artículo tuyo de Zingha. Mi madre me leyó una vez un cuento de esta mujer tan negra. Me encantó la historia. Ya te contaré con más tiempo. Ahora me es imposible (memoria, examenes... FIN DE CURSO)

Antonio Domínguez Leiva dijo...

cuenta, Paco, cuenta en cuanto tengas tiempo, todo lo relativo a Zingha nos interesa... Lástima que no te gusten los vampiros pero por suerte existen cantidad de otras criaturas Increíblemente Extrañas... Suerte con el jaleo de la memoria.