sábado, 17 de mayo de 2008

La verdadera historia de la Bella Durmiente


Los cuentos populares, magnífica reserva de historias Increíblemente Extrañas, han ido conociendo, en Occidente, un proceso de “domesticación” y edulcoración realmente penoso, debido a su creciente acotamiento dentro del “ghetto” de la literatura para niños. Cuentos que, en su origen, eran destinados a un público mixto (el de la familia extensa donde adultos y canijos dormían en la misma cama –con los “incidentes” procaces que uno imagina) que los saboreaba por igual, han sido poco a poco reducidos a un universo infantil muy aseptizado.

Buen ejemplo de lo que nos hemos perdido en el proceso es el caso de la Bella Durmiente y, en general, del Pentamerone de Giambattista Basile, Libro Increíblemente Extraño donde se ubica la primera referencia literaria al cuento. De hecho el libro de Basile es, después de los compendios de exempla medievales (sobre los cuales algún día hablaremos), una de las primeras recopilaciones de cuentos populares, escrita casi cien años antes de los célebres Contes de Ma Mère l’Oye de Charles Perrault.

«Lo cunto de li cunti overo lo trattenemiento de peccerille» («El cuento de los cuentos, o entretenimiento para los pequeños»), renombrado en la cuarta edición «Il Pentamerone» (ya que, en homenaje a Boccaccio, se trataba de cincuenta cuentos narrados durante cinco días por diez contadores de historias), estaba en realidad destinado a cortesanos adultos, ya alejados del universo popular rural (de sus súbditos) que descubrían como algo sumamente “exótico”.

Por ello abundan caracteres que ahora chocarían en cualquier consejo editorial de libros infantiles, desde la violencia más brutal hasta el sexo y la escatología más radicales (baste como ejemplo esa cucaracha mágica que se introduce todas las noches por el ano de un marido nefasto, provocándole una atroz diarrea que le impide consumar el matrimonio, devolviendo así a la desconsolada princesa a su primer y auténtico amante…), los cuales hacen de la obra un monumento barroco inigualado, bastante fiel, por lo demás, a la “cultura popular” estudiada por antropólogos e historiadores.

El tratamiento basiliano de la Bella Durmiente dista bastante, como ya os podéis ir imaginando, del célebre film de Walt Disney.

El cuento se llama aquí “Talia, el sol y la luna” y narra el nacimiento de Talia, hija de un rey que, preocupado por su destino, se rodea de astrólogos y sabios. El horóscopo advierte que la niña correrá gran peligro a causa de una espina de lino. Para protejerla, el rey decreta que jamás se traiga lino a su corte.

Años después, como era de esperar, Talia mira por la ventana (como todas las princesas) y ve a una vieja tejiendo lino. Curiosa (como las mujeres en la tópica medieval), pide estirar ella misma el lino. En cuanto comienza a tejer una espina se le hunde bajo la uña y cae al suelo, como muerta (tal vez una reacción alérgica?). El padre, incapaz de decidirse a enterrarla, la envía a uno de sus palacios, donde yace vistiendo sus mejores galas, como crionizada.

Un rey anda cazando por los bosques cercanos. Su halcón se escapa (topos que arranca nuestra querida Celestina) y se cuela en el palacio de la Bella. Buscándolo el rey se encuentra con el cuerpo, incorrupto, de Talia (calidad que la une, en el imaginario barroco, tanto a los santos como a los muertos vivientes).

Trata, en vano, de despertarla. Ni corto ni perezoso, excitado por su belleza, se la cepilla (!)

¿Esa parte no os la habían contado, é? Pues se trata de un bonito caso de casuística sexológica que seguramente fascinó a los contemporáneos de Basilio, desde nuestro carpetovetónico Sánchez hasta el pobre Billuart: ¿De qué tipo de lujuria releva? ¿Se trata de mera necrofilia? ¿El hecho de que ella fuera incorrupta constituye acaso un atenuante? ¿El estupro es, técnicamente, forzado sobre la virginal joven o no? ¿Al ser adulterio simple (de un sólo miembro) se multiplica el pecado? ¿Visto el resultado (la vuelta a la vida de la joven forzada) se puede decir que el príncipe, lejos de cometer un pecado nefando, hizo algo laudable?

El caso es que, saciado, el rey deja la Bella a su catatónico sueño y se pira a su reino.

La historia no acaba ahí, ni mucho menos...

Así que, como en los cuentos...

Continuará

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por esta valiosa información, desconocía sobre la verdadera historia, pero me resultó muy interesante.

:)

Abe dijo...

Pues, aunque me digan que no, me suena mucho a Kill Bill.

Claro que lo recordarán, dentro de los 4 años que se la pasó en coma...


Gracias por el blog, está entretenido

Alba B. dijo...

Oh no sabía lo de esas historias... lo bueno es que a mí nunca me gustaron esas historias infantiles.