viernes, 11 de abril de 2008

Mme Felician


En la jungla salvaje del folletín victoriano descollan múltiples joyas Increíblemente Extrañas.
Así la increíble super-villana Madame Felician creada por “Wirt Gerrarer” en su desconocida novela “teosófica” (ya hablaremos de ese singular subgénero finisecular) El legado de Rufin (Rufin’s Legacy: A Theosophical Romance, 1892).
La obra comienza siendo una magnífica novela de espionaje a la antigua usanza, con un inglés despistado, Will Glynn, visitando a un amigo, el Rufin Petrovich del título, en la convulsa Rusia zarista.
Como el Holly Martins del futuro Tercer Hombre, Will se encuentra con un buen paquete: Rufin baleado y una misteriosa mujer enmascarada huyendo del lugar del crimen.
Buscando entre los papeles del fiambre, Will encuentra una extraña carta dirigida a una tal Xenia Alexevna Agamaloff (!) y corre en busca de la destinataria, la cual resulta ser miembro de una célula revolucionaria llamada Sociedad para la Perpetración de Asesinatos Sin Motivo (!!), versión deliciosamente folletinesca de los cenáculos nihilistas entonces tan de moda.
Xenia explica que Rufin era miembro de la policía secreta y que fue eliminado por una archi-enemiga de la Sociedad en cuestión, también agente zarista, la terrible Madame Felician
Así que ambos se dedican a perseguir a la Felician durante múltiples páginas donde, entre otras lindezas, Will es atacado psíquicamente (!!!) en un tren por la terrible teósofa, siendo salvado in extremis por un poderoso mesmerista (!!!!), quien tal vez sea el propio narrador o, ¿quién sabe?, el propio Wirt Gerrarer...
La prometida inglesa de Will se ve secuestrada por los agentes de la omnipresente Madame, luego salvada por su amado, el cual persigue nuevamente en tren (otra de esas magníficas y criminales locomotoras de la Europa Fin de Siècle) a la malvada, la cual vuelve a desaparecer hasta resurgir, bajo nuevo nombre, en Berlín y, perseguida de nuevo, en Londres.
Will y Xenia terminan capturados a su vez, condenados a morir de hambre hasta ser rescatados.
Interviene, por si no fuera poco, un nuevo mesmerista (!!!!!), un tal Caradoc Morgan que resulta ser un aliado de Felician.
Xenia, poseída por un ataque psíquico, se ve impelida a suicidarse (!!!!!!).
Will acorrala a Mme Felician, la cual se suicida.
Morgan muere.
Pero Will descubre que en realidad puede transferir su conciencia de cuerpo en cuerpo (!!!!!!!).
Lo cual le hace pensar que la Felician esté aún viva y coleando en algún otro cuerpo de la vasta Mittel-Europa…
Tacháaaan….
Así termina esa increíble insania teosófico-espionil sólo posible en la Edad de Oro del folletín Fin de Siglo o, como dicen algunos, “Gas-light” por el típico alumbrado tardo-victoriano.
Mme Felician es la culminación de la Mujer Fatal, prefigurando a la Irma Vep de Les Vampyres que volverá locos a los jóvenes surrealistas parisinos. Sádica, goza con la tortura de sus víctimas, inventando tóxicos que les "transforman hasta hacerles sentir el dolor después de la muerte” (!!!!!!!).
Ejerce una total dominación (inequívocamente sexual) sobre sus agentes, hombres dispuestos a matar y morir por ella.
Quiere el control absoluto sobre el mundo, jugando con las distintas policías secretas del momento.
Es una “mesmerista sin rival”, empleando el hipnotismo y la telepatía para “aniquilar la voluntad de sus súbditos”, transformándolos en pequeñas bombas humanas…
En resumen, una Super-Dominadora que hubiera hecho palidecer a la mítica Wanda de Herr Leopold von Sacher-Masoch, surgida 20 años atrás.
Pero no fue así.
El libro pasó inadvertido y la terrífica Madame Felician desapareció, para siempre, con él.
Sic transit Gloria Mundi


p. s. Para saber más sobre Felician y los suyos, consultad la increíble
Encyclopedia of Fantastic Victoriana de Jess Nevins, MonkeyBrain Books, 2005

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