He aquí el célebre informe de Frombald, fuente de gran regocijo para todos los vampirólogos y torturados góticos del planeta:
"Después que un sujeto llamado Peter Plogojowitz muriera diez semanas atrás –vivía en el pueblo de Kisilova, en el distrito Rahm [de Serbia]- y fuera enterrado según la costumbre Raetzin, fue revelado que en ese mismo pueblo, en menos de una semana, nueve personas, tanto jóvenes como viejas, murieron también, tras sufrir una enfermedad que duró veinticuatro horas. Las víctimas dijeron públicamente, en su lecho de muerte, que el mencionado Peter Plogojowitz, muerto hacía diez semanas, los había visitado en sus sueños, se había acostado sobre ellos hasta que tuvieron que rendir el alma. Los habitantes del pueblo se inquietaron, especialmente tras saber que la viuda de Peter Plogojowitz había abandonado Kisilova tras decir que su marido la había visitado para pedirle sus opanki o zapatos [!!].
“Y como existen varios signos visibles para reconocer a esa gente (a la que llaman vampiros)–el cuerpo incorrupto con la piel, el pelo, la barba y las uñas aún creciendo- los habitantes decidieron unánimemente abrir la tumba de Peter Plogojowitz y ver si los signos mencionados se hallaban en él. A este fin vinieron a verme y, explicándome lo acaecido, nos pidieron a mí y al pope local, que estuviéramos presentes durante la exhumación.
Y pese a que yo al principio me opusiera, explicándoles que nuestra laudable Administración debería ser primero debida y humildemente informada, y que su siempre ponderada opinión debiera ser oída, no quisieron avenirse a ello y respondieron que yo podía hacer lo que quisiera pero si no les daba el acuerdo para la exhumación y el reconocimiento legal del cadáver según sus costumbres, abandonarían la casa y el pueblo ya que, en el tiempo que llegara una respuesta de Belgrado el pueblo entero podría ya haber sido destruido por el espíritu maligno –lo cual ya había ocurrido, supuestamente, una vez bajo la ocupación turco. No querían esperar a que esto ocurriera.
Como no podía retenerlos con buenas palabras o amenazas, fui al pueblo de Kisilova, acompañado por el pope de Gradisk, y vi el cuerpo de Peter Plogojowitz, que acababa de ser exhumado, encontrando, tras un detallado análisis, que no se distinguía el más mínimo olor característico de los cadáveres y el cuerpo, excepto la nariz, se había caído de algún modo, completamente fresco.
El pelo y la barba –incluso las uñas, tras la caída de las viejas- habían crecido; la vieja piel, que era algo blanquecina, había pelado y una nueva había emergido bajo ésta. La cara, las manos, los pies y el cuerpo en su conjunto eran constituidos de tal modo que no podrían haber sido más completos en vida.
No sin cierta sorpresa vi alguna sangre fresca en su boca la cual, según la tradición, había bebido de la gente a la que había matado.
En resumen, todos los indicios concordaban con los que, como ya dijimos, se atribuyen a dicha gente [los vampiros, por si no queda claro].
Después de que el pope y yo hubiéramos visto este espectáculo, mientras la cólera popular iba en aumento, unos sujetos afilaron, con gran prisa, una estaca con la intención de atravesar el cadáver y la plantaron en su corazón, del cual, al ser atravesado, no sólo salió mucha sangre, completamente fresca (que salía también de sus orejas y boca) sino otros signos violentos que omito por respeto y decencia [¿Una erección vampírica? ¿Un aflojamiento de intestinos?... En ambos casos se trata de dos originalidades que la tradición literaria y cinematográfica silenciaría hasta, por lo menos, Nekronomantik].
Finalmente, según la tradición, quemaron el cuerpo hasta reducirlo a cenizas, de lo cual informo a la muy laudable Administración y al mismo tiempo requiero, obediente y humildemente, que si alguna infracción fue cometida en este caso debe de ser atribuida al populacho, enajenado por el miedo”
"- Provisor Imperial Frombald, Distrito de Gradisk"[1]
El relato Increíblemente Extraño del Kameralprovisor Frombald, uno de los primeros testimonios sobre las creencias vampíricas de los Balcanes, fue publicado por el Wienerisches Diarium y luego ampliamente traducido, extendiendo, como si de un No-muerto se tratara, la epidemia…
En su De masticatione mortuorum in tumulis Michaël Ranft opta por una explicación materialista: muy posiblemente las víctimas ulteriores habían entrado en contacto con el cadáver, el cual les habría inoculado algún tipo de enfermedad o simplemente un delirio frenético causado por las supersticiones locales:
“La muerte súbita”, escribe, “provoca inquietud en el círculo familiar. La inquietud viene acompañada de tristeza. La tristeza trae melancolía. La melancolía engendra noches insomnes y sueños atormentados. Dichos sueños debilitan el cuerpo y el espíritu hasta que sobreviene la enfermedad y, eventualmente, la muerte”.
Et voilà.
La verdad es que aquellos materialistas ilustrados resultaban a veces tan Extraños como los propios teólogos que combatían…
Irónicamente, fue el texto racionalista de Ranft, tan prolijo en anécdotas de Come-mortajas, el que iba a lanzar la moda vampírica europea que, cien años después, culminaría en el cuentecito de Polidori y el éxito literario del mito.
Le seguirían la Dissertatio de Cadaueribus Sanguisugis, de, of John Christian Stock (1732) y el De uampyris Seruiensibus de Zopfius y Van Dalen (nombres deliciosamente psicotrónicos dignos de dos buenos Caza-vampiros), de 1733, culminando con la celebérrima Suma del Abate Dom Augustin Calmet, Dissertations sur les Apparitions des Anges, des Démons et des Esprits et sur les revenants et vampires de Hongrie, de Bohême, de Moravie, et de Silésie, Paris, 1740, de la cual ya os hablaremos en su día…
Tangencialmente, el miedo a ser enterrado vivo y convertise en un Come-mortaja fue tan grande que se llegaron a construir Increíblemente Extrañas Leichenhaus –casas de muertos–. La primera, diseñada por el médico Cristoph Wilhelm Hufeland se construyó en la Weimar de Goethe, en 1792, con el nombre de Vitae Dubiae Asylum o “Asilo para la vida dudosa”.
Los cadáveres eran albergados en un entorno cálido a la espera de que surgieran inequívocos signos de putrefacción o bien se “despertara” el fiambre.
Perfeccionando el sistema, se ataron unos hilos, en la Casa berlinesa, a los dedos de los internos, conectados a una gigantesca campana central para que esta se activara caso de producirse algún movimiento reflejo…
Si queréis saber más (y descubrir cual era el misterioso armonio de la Leichenhaus de Munich…) podéis ir al curioso artículo de la revista Enigmas…
Como os podéis imaginar, aún hay gente hoy en día buscando la tumba del pobre Plogojovitz (o Blagojević) y ésta no tardará sin duda en aparecer, visitable por un módico precio…
Por cierto, citemos el corto ibérico de 2005 que retoma, castellanizado, el simpático título del tratado de Ranft… y deseémosles suerte:
[1] Los germanoparlantes pueden remitirse al original en Copia eines Schreibens aus dem Gradisker District in Ungarn.
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